domingo, 3 de noviembre de 2019

EMOCIONES DESTRUCTIVAS


Los seres humanos compartimos el mismo conjunto de sentimientos básicos como parte de nuestra herencia común, pero existen notables diferencias interpersonales en el modo de experimentar, valorar y expresar las emociones.

La experiencia emocional surge del contacto, de la conexión, entre el mundo exterior y nuestro propio mundo interno, manifestándose en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Es verdaderamente nuestra principal fuente de aprendizaje y nos sirve de guía para el recorrido que hagamos en nuestra vida.

Podríamos diferenciar aquellas emociones adaptativas, sanas, que nos ayudan a construir una experiencia vital plena, a contactar con la felicidad, de aquellas que dañan a los demás o a nosotros mismos, a las que llamaríamos emociones destructivas. 

Ahora bien, ¿podemos liberarnos de estas emociones dañinas?, ¿cómo?.
Para empezar, hemos de considerar que nuestro cerebro es muy dúctil, lo que permite modificar patrones adquiridos. Gracias a ello el adiestramiento adecuado puede contribuir a aumentar nuestra cuota de felicidad regulando de forma más adecuada nuestra respuesta emocional.

Por otro lado, es importante darnos cuenta, tomar conciencia, de que todas las emociones son transitorias. Ninguna emoción se instala en nosotros de forma permanente, por muy intensa que sea, por mucho que nos perturbe no permanece todo el tiempo con la misma intensidad llegando a desaparecer, aunque sea solo por momentos.

Siendo así, podemos plantear dos puntos clave: reconocer la posibilidad de liberarnos de estas emociones perniciosas y plantearnos que tenemos distintas alternativas de respuesta.

Algunas recomendaciones para abordar el cambio son las siguientes:

·      Desarrollar la habilidad introspectiva. Aprender a identificar la emoción, darnos cuenta de la valoración que hacemos de ella (¿es buena, es mala?), qué eventos la desencadenan, qué pensamientos la alimentan.

·      Podemos contemplar la experiencia una vez que ha ocurrido, dándonos cuenta de las consecuencias, del sufrimiento que genera en nosotros y/o en los demás y como nos aleja de la felicidad.

·      Otra forma de abordaje es intervenir en el justo momento en que se presentan, para ello podemos contemplar cómo es nuestra emoción e identificar que pensamientos o hábitos propios la alimentan. Buscar formas alternativas de reinterpretar todo el evento, de modo que disminuya la credibilidad de los pensamientos activadores.

·      También podemos potenciar en el día a día estrategias que nos ayuden a incrementar la serenidad, ecuanimidad, paz, compasión, buscando un mayor equilibrio interno.

·      Por último, podemos cultivar la intención de moderar nuestras respuestas emocionales

Por supuesto, que esto requiere práctica, nuestros hábitos más arraigados son los que más fácilmente se repiten y más fuerza tienen, pero si somos constantes y pacientes podemos conseguir grandes cambios.
Si nos encontramos con serias dificultades en el manejo de las emociones destructivas, una adecuada intervención psicológica y/o la meditación, adecuadamente guiada, puede sernos de gran ayuda.

Alicia Martín Pérez. Psicóloga Clínica.
AMP Psicólogos Aranjuez




miércoles, 2 de octubre de 2019

NECESIDAD DE APROBACIÓN


A la mayoría de las personas nos gusta recibir el aprecio de los demás y ser valorados positivamente por nuestro entorno. Esta cualidad cumple una importante función social, ya que nos permite aprender a identificar los estados emocionales de otros, sus necesidades y preferencias y actuar en consecuencia, facilitando las interacciones sanas, la ayuda, cuando es necesaria, generando bienestar tanto en los demás como en nosotros mismos.

Sin embargo, en ocasiones la aprobación se experimenta como una necesidad que condiciona nuestra vida, que nos obliga a anteponer las opiniones o intereses de los otros a nuestros propios criterios. 

Algunas señales que pueden indicar que se es víctima de la necesidad de aprobación son las siguientes:

·      Dificultad en tomar decisiones por temor a que los demás no estén de acuerdo o no les guste.
·      Cambiar de opinión en función del interlocutor.
·      Preocupación excesiva o enfado cuando alguien muestra desacuerdo.
·      Malestar en situaciones sociales y tendencia a permanecer callado por no sentirse a “la altura”.
·      Perfeccionismo.
·      Anteponer los intereses de los demás a los propios.
·      Preocupación excesiva por la imagen, cuidado en las formas, que hace perder espontaneidad y naturalidad.
·      Preocupación por lo que los demás piensen o digan de uno.
·      Rumiaciones sobre las conversaciones mantenidas para comprobar si el comportamiento ha sido adecuado.
·      Identificación de las críticas o desacuerdos como rechazos.
·      Evitación de situaciones en que se piense que los demás van a estar especialmente pendientes.
·      Incapacidad para “decir NO”, ante peticiones de los demás aunque supongan una seria limitación en el cumplimiento los propios intereses.

Tras estas actitudes se esconde el miedo al rechazo, la baja autoestima, la inseguridad y una serie de pensamientos negativos sobre uno mismo, sobre el juico que los otros pueden hacer y sobre las terribles consecuencias que pueden derivarse de no agradar a todo el mundo. Es importante recordar que:

o   Cada persona es diferente, esto supone un enriquecimiento y una fuente de aprendizaje. Acepta la diferencia.
o   Que alguien muestre discrepancia o haga una crítica, solo significa que no está de acuerdo con algo, NO que te rechace como persona. Además, si alguien muestra rechazo abiertamente, tal vez, no merece la pena.
o   No podemos gustar a todo el mundo, por mucho que hagamos.
o   Nadie es más que nadie.
o   Las personas espontáneas y abiertas reciben más aprobación.
o   Al buscar gustar a todo el mundo nos perdemos a nosotros mismo.
o   La felicidad depende de uno mismo, no de lo que los demás piensen.
o   Es importante cuidar bien a los demás, nuestro aspecto, las normas del grupo, pero sin olvidarse de uno mismo.

Alicia Martín Pérez. Psicóloga Clínica


jueves, 29 de agosto de 2019

GRATITUD


            

           Según el Diccionario de la Real Academia, gratitud es un sentimiento que nos lleva a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera. En un sentido más amplio consiste en apreciar todo lo que tenemos y valorarlo positivamente, como un regalo.

         Vivimos en una cultura que, de alguna, manera nos enseña que para ser felices hemos de estar llenos de posesiones, que encontraremos la felicidad cuando consigamos determinadas cosas, relaciones, experiencias, pero la realidad es que si no somos capaces de apreciar y sentir gratitud por lo que cada día nos da difícilmente podremos disfrutar de la vida.
      Diferentes estudios apuntan a que las personas agradecidas muestran un mayor nivel de bienestar subjetivo, encuentran formas más positivas de lidiar con las dificultades viviendo estas experiencias como menos dolorosas. La gratitud es un potente regulador emocional, un antídoto contra el estrés y fortalece las relaciones personales. 

         A continuación expondré algunas sugerencias que mejoran el sentimiento de gratitud, os animo a seguirlas:
·  Da las gracias a los demás. Cada vez que recibas algo de alguien, muestra agradecimiento. Intenta fijarte en las pequeñas cosas que los demás aportan a tu vida.

·      Cada mañana, al despertarte, dedica unos minutos a dar las gracias por estar vivo, por todas las grandes o pequeñas cosas que tienes. Amplia tu mirada y aprender a valorar como buenas las posesiones materiales y personales que posees en vez de darles un valor neutro.

·      Al acostarte, dedica otros minutos a repasar el día reconociendo lo que te dio.

·      No esperes recibir grandes sorpresas, emociones, cosas, mira lo pequeño, aquello que si no lo tuvieras, tal vez, lo pasarías mal y sin embargo no aprecias.

·      Acostúmbrate a agradecer el amor y apoyo que te prestan las personas que te rodean.

·      Puedes dedicar un día a la semana a agradecer activamente todo lo que los demás y la vida te ofrece.

·      Escribe una carta de agradecimiento a un ser querido.

·      En las situaciones difíciles, haz que tu foco de atención se oriente hacia las ayudas que estás recibiendo, hacia lo que puedes aprender de esa experiencia, hacia lo bueno que tú mismo puedes estar poniendo en práctica para resolverlo, hacia los momentos de paz.

·      No conviertas la gratitud en una mera fórmula social, dando las gracias de forma mecánica, mira a la persona a los ojos, sonríe, acércate, que la gratitud no se quede en una palabra. 

 “La oración más importante del mundo tiene una sola palabra: GRACIAS”.    Eckhart Tolle
Gracias por leer este artículo.