miércoles, 18 de junio de 2014

Vacaciones, adolescencia y límites

La llegada de las vacaciones de verano supone una alteración importante en las rutinas familiares, el ritmo de vida cambia, las obligaciones a las que tienen que hacer frente los hijos se reducen drásticamente y aumentan las posibilidades de ocio y los planes con amigos.

Ante esta situación, es frecuente que surjan dificultades tanto por parte de los padres, como por el lado de los hijos. En los padres surgen dudas sobre cómo gestionar el grado de libertad que otorgan a sus hijos, y en los hijos surgen problemas para tolerar la frustración de sentirse limitados por sus padres.

En general, es muy frecuente que padres e hijos adolescentes encuentren complicado el llegar a acuerdos cuando aparecen posturas diferentes en torno a temas importantes para ambas partes. Es posible que las dificultades se deban a dudas en torno al funcionamiento psicológico de los jóvenes, y a las decisiones más oportunas y que mejor garantizan la armonía familiar y el logro de los objetivos educativos de los padres.

La adolescencia es una etapa caracterizada por la búsqueda por parte del individuo de una identidad personal, propia y separada de la de los demás, que le prepare para dar respuesta a futuras obligaciones y responsabilidades. Para ellos, esta etapa es por una parte estimulante porque les brinda sensación de libertad, pero por otra les asusta y necesitan que alguien les oriente y les diga qué es lo que más le conviene y por qué.

Una idea muy importante es que lo que en general molesta más a los adolescentes no es tanto el límite como la imposición del mismo a la fuerza: “Soy tu padre, y aquí mando yo.” Ante la orden, el deseo de autonomía que todo adolescente lleva consigo actúa de resorte.

Por ello, es interesante tener algunas nociones que ayuden a plantear las situaciones de conflicto en términos de negociación. No hay que olvidar que nuestro hijo está creciendo y tiene derecho a participar en todo lo que atañe a su vida. Es lógico que, ante los límites de sus padres sienta algo de frustración y la manifieste. Los padres no tienen por qué doblegarse ante sus comentarios, pero pueden admitir que el adolescente necesita expresarlo.

En términos generales, podrían tenerse como referencia las siguientes ideas para una negociación con un hijo adolescente:

  • Es muy importante que dejemos claro, con tono tranquilo, cuál es nuestra postura ante la situación. Por ejemplo, podríamos considerar justo ampliar el horario de llegar a casa durante el verano, siempre dentro de unos límites.
  • El límite en estos casos ha de quedar perfectamente claro, y padre y madre han de coincidir en su determinación.
  • Insistir en la oferta de negociación, con frases en primera persona, preguntando directamente qué le parece, si le parece justo o si lo comprende.
  • Escuchar sus planteamientos es muy importante. Aunque nos resulte complicado, hay que tener en cuenta que nuestra baza más potente es la capacidad para empatizar con nuestro hijo. Esto significa ponernos en su lugar, hacerle saber que le hemos entendido. Se pueden utilizar frases del tipo: “si no te he entendido mal...”, “entonces lo que me quieres decir es...”, y frases en las que demuestre que es consciente de cómo se siente: “pienso que estás enfadado, preocupado, triste...”, “entiendo que te sientas así…”.
  • Tener presente que el acuerdo es nuestro principal objetivo, hacérselo saber a nuestro hijo.
  • Ignorar las quejas no razonables y seguir en nuestro empeño. Es muy importante tratar de no entrar en el juego de las discusiones.
  • Si llega el acuerdo, haremos un resumen claro y breve de lo que esperamos de él o ella y nos aseguraremos de que está todo claro.



A modo de conclusión, diríamos que es sano que los adolescentes vayan participando en las decisiones que les atañen, sin que ello suponga un menoscabo en la autoridad y responsabilidad de los padres.

En el ejercicio de esa autoridad, se obtienen mejores resultados cuando, en lugar de imponer, se llega a acuerdos parciales. Si les imponemos, probablemente nos desafiarán. Negociar implica reflexionar, admitir errores, reconocer la parte de razón del otro... se trata de ofrecer un ejemplo adecuado al adolescente sobre cómo resolver los problemas, ya sean fuera o dentro de casa.





Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez

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