La infidelidad es un fenómeno que se da con bastante frecuencia y que
produce un intenso sufrimiento. En muchas ocasiones, suele deberse a que algo
en la relación de pareja no está funcionando adecuadamente, ya sea esto
evidente o no. Puede tratarse de un problema de falta de comunicación, un
distanciamiento afectivo, decaimiento emocional y sexual, presencia de
conflictos, falta de atención a la relación, entre otras cosas.
También es frecuente que, en la base de una infidelidad, encontremos
falsas expectativas respecto a la relación. Hay quien prefiere el romance
constante o la chispa del enamoramiento al mantenimiento de una relación a
largo plazo. Y es que no se pueden tener ambas cosas. El enamoramiento inicial
es algo transitorio y de mayor intensidad, mientras que una relación estable
esos sentimientos se van transformando en afectos de menor intensidad pero más
profundos según va evolucionando la pareja.
¿Es posible superar una infidelidad?
La realidad es que, en la mayoría de los casos, cuando existe un
compromiso por parte de ambos para la superación de este episodio doloroso, se
consigue. Si la pareja desea permanecer unida, es posible resolverlo. Eso sí,
va a ser necesario tiempo, paciencia, tolerancia y esfuerzo.
Es incluso posible que la superación de una infidelidad aislada suponga
para la pareja la posibilidad de reforzar el compromiso que les une y les ayude
a producir los cambios necesarios que hagan la relación más fuerte y
satisfactoria, potenciando la afectividad y el reencuentro. Tal vez estos
cambios hubieran sido el antídoto contra la infidelidad de haberse producido
antes. En cualquier caso, lo importante es poder aprender y mejorar.
Son más difíciles de resolver aquellos casos en que han aparecido
sentimientos románticos hacia una tercera persona. En estos casos, lo primero
es tomar una decisión sobre la continuación de la relación de pareja. Es
importante tomarse un tiempo para poder reflexionar sobre lo que verdaderamente
se quiere, tratando de analizar la situación tanto racional como emocionalmente,
ya que se trata de una decisión
importante que afecta a varias personas.
Ahora bien,
aunque se hace necesario concederse un cierto tiempo para pensar, los sentimientos no se van a aclarar de la
noche a la mañana por lo que es importante no quedarse instalados en la duda y
aplazar sistemáticamente la decisión de permanecer juntos o no. Hay que tomar
una opción.
En el
caso de las parejas que deciden permanecer unidas, la capacidad de la persona
engañada para asimilar la situación es muy importante. Los celos, la
posesividad y el ansia por querer saber todos los detalles pueden ser respuestas
normales. Sin embargo, es fundamental que no duren demasiado o conducirán a
reproches y persecuciones constantes que agravarán aún más el problema y
generarán más dolor.
Recuperar
la confianza es un proceso largo y difícil. Resulta más eficaz constatar que la
relación de pareja se está fortaleciendo poco a poco y centrarse en los
momentos gratificantes que buscar constantemente la “seguridad” de que todo
está resuelto para siempre. De lo contrario, convertiremos la infidelidad en el
eje central de la relación, lo que dificulta el proceso de superación.
De la misma manera, la búsqueda de culpables es habitual en ambos
miembros de la pareja. Sin embargo las acusaciones y las culpas no facilitan la
comunicación ni conducen a solventar los problemas.
Con respecto a los sentimientos que la persona infiel haya podido
desarrollar hacia un tercero, no podemos olvidar que hay emociones que podemos
controlar a través de la razón. Hay ocasiones en que sin dejar de querer a la
pareja y sin querer romper la relación con ella, surgen sentimientos hacia otra
persona que resultan difíciles de abandonar. Podemos, buscar las formas que
ayuden a mantenernos fieles a un compromiso y a unos sentimientos que no
queremos perder.
El resultado va a depender en gran medida del vínculo previo que
existiese en la relación estable. El nuevo enamoramiento no tiene por qué
implicar que los sentimientos por la pareja hayan desaparecido. A menudo, lo
que ha disminuido es la pasión. En estos casos, no es productivo comparar los
sentimientos hacia uno y otro sino prestar atención a sentimientos y
sensaciones positivas que habían dejado de atenderse y que, por tanto, se
habían marchitado.
Es importante recordar, para concluir, que la afectividad que nos une a
otro no es gratuita ni surge de forma espontánea. Podríamos prevenir muchos
desengaños si dedicáramos cierto tiempo y energía a cuidar nuestra relación de
pareja.
Es muy
positivo fomentar actividades placenteras en pareja, potenciar proyectos tanto
personales como compartidos, potenciar las muestras de cariño y facilitar el
acercamiento físico.
De la
misma manera, debemos desarrollar unas adecuadas expectativas respecto a las
relaciones de pareja, aceptando los aspectos positivos y negativos de las
mismas.
Esto nos
conduce a un amor mucho más sólido y trascendente y menos impulsivo.
En
definitiva, aunque resulta muy doloroso, una infidelidad es algo temporal
y no tiene por qué terminar con la ruptura de la pareja.
Paloma
Suárez Valero.
Alicia
Martín Pérez.
AMP
Psicólogos.