Por
fin llega la Navidad, escenario de unión, de compartir con nuestros
seres queridos, de momentos entrañables y alegría pero también de
gastos extra.
Ante el panorama actual de desempleo, reducciones de salario y pagas
extra que no se cobran, podemos seguir disfrutando de éstas fechas
haciendo algunos ajustes en nuestra forma de enfocarlas.
Es un
momento difícil debido al significado simbólico que tienen las
fiestas navideñas en nuestro entorno cultural, asociadas a un
incremento significativo de los gastos.
Sin
embargo, enfrentarnos a dificultades no necesariamente nos tiene que
suponer bloqueo, agobio o depresión, sino que podemos aplicar una
serie de medidas prácticas y tomar conciencia que disfrutar la
Navidad no depende, en realidad, de seguir los patrones consumistas a
los que nos habíamos acostumbrado.
Es
importante hacer una valoración adecuada de nuestras necesidades. En
ocasiones, sobredimensionamos lo que realmente necesitamos y perdemos
la perspectiva. Quizás es un buen momento para diferenciar lo que
son realmente necesidades de lo que no lo es. Ésta actitud realista
minimiza la sensación de pérdida y nos permite mantener los mismos
niveles de satisfacción sin gastar más de lo que podemos.
Una
estrategia para una buena gestión emocional consiste en no polarizar
nuestro pensamiento, es decir, evitar la tendencia a pensar en
términos de “blanco o negro”. No pasar estos días fuera de casa
no significa que no tengamos vacaciones, no llevar vestido nuevo en
Nochevieja no significa que seamos unos harapientos, no comer besugo
no significa que nuestra mesa no vaya a ser apetecible. Ser realista
y no convertir en catástrofe lo que no lo es.
Es
importante ser realista y no convertir en catástrofes lo que no lo
son.
Enfocar
nuestra atención hacia lo que sí tenemos y no hacia lo que no habrá
permite darnos cuenta de que muchas veces es más doloroso el
significado que nosotros mismos le damos a la situación que la
situación en sí misma.
Pensar
en soluciones y en posibles alternativas, genera sensación de
control y seguridad en nosotros mismos. Ser imaginativos nos ayuda a
prevenir estados de ansiedad o tristeza y aumenta nuestro sentimiento
de competencia y autoestima.
Mención
especial requiere el manejo de los deseos y peticiones de los niños,
que pueden elaborar interminables cartas a los Reyes Magos. La
ilusión y la sorpresa de los niños nos proporcionan mucha felicidad
y una de las situaciones más dolorosas para los padres es no poder
proporcionar a sus hijos todo aquello que “necesitan”. Sin
embargo, los niños necesitan muchas menos cosas de las que creemos y
sus niveles de felicidad no se reducen porque se les compren menos
regalos. Por el contrario, el exceso de juguetes les lleva a no tomar
conciencia de su valor y del esfuerzo que cuesta conseguirlos.
Por
otro lado, aprender que no siempre se consigue todo lo que se quiere
es un aspecto fundamental para el crecimiento y desarrollo de los
niños, ayudándoles a ser personas más adaptativas y felices.
Así
pues, estamos ante una buena oportunidad para hablar con nuestros
hijos, repasar con ellos sus cartas a los Reyes, haciéndoles ver que
no pueden recibir todo lo que han pedido y que además no lo
necesitan para divertirse. Una negativa serena y firme que les
enseñará a aceptar la frustración. Si lloran o se irritan, les
consolaremos mostrándoles cariño y permitiendo que se desahoguen y
una vez calmados volver a hablar con ellos pero sin ceder a sus
pretensiones o exigencias.
Las
siguientes sugerencias prácticas pueden ser de utilidad para
disfrutar plenamente de estas fiestas y salir airosos:
- Calcular el presupuesto con en el que contamos para los gastos navideños.
- Hacer una lista con los distintos gastos que tendremos que afrontar: comidas, regalos, compromisos…
- Ordenarlos por prioridades.
- Asignar una cantidad de dinero a cada punto. Si nos sobra presupuesto, podemos aumentar lo destinado a alguna cosa. Si se nos queda corto, recortar o eliminar empezando por el final.
- Organizar las cenas con amigos o compañeros en casa. Resulta más económico que hacerlo en un restaurante y puede ser mucho más divertido.
- Pensar antes de comprar. Podemos hacer regalos más inteligentes y útiles o decantarnos por regalos más sentimentales que los seres queridos pueden apreciar más que los materiales.
- Ser realistas con lo que regalamos: por ejemplo, un bebé no necesita que nos gastemos mucho dinero, con un detalle será suficiente.
- Ajustar el presupuesto con los niños: no hace falta celebrar Papá Noel, Reyes Magos…sino concentrarnos en uno de ellos.
- Recurrir al “amigo invisible” o a los regalos en grupo, por ejemplo, los hermanos podrían juntarse para los regalos a los padres o entre ellos.
- Aprovechar los vales de descuento que ofrecen algunos comercios y los puntos que se acumulan con las compras en algunas tiendas.
- Comprar algunos productos para las cenas o comidas por adelantado y congelarlos. Cuanto más se acercan las fechas señaladas, más se encarecen.
- Respecto a la estructuración de nuestro ocio, sobre todo con los más pequeños de la casa, podemos buscar actividades baratas. No hay por qué gastar mucho dinero para pasar un buen rato. Se puede aprovechar el día del espectador o disfrutar de un paseo viendo las luces de Navidad. Organizar juegos, concursos, rutas en bici o patines invitando a primos y amiguitos. Recurrir a google nos dará muchas ideas.
En
conclusión, definir nuestras prioridades personales y familiares y
centrarnos en ellas, ajustar las expectativas poco realistas,
disminuir nuestro nivel de exigencia y ser flexibles son aspectos
clave.
Gastar
menos no significa vivir peor. Podemos reconducir nuestro estilo de
vida para afrontar con más éxito las dificultades y descubrir
nuevas formas de felicidad y satisfacción.
Podemos
derrochar amor, comprensión y solidaridad en éstas fechas. La
Navidad no es sinónimo de consumismo.
Paloma
Suárez Valero.
Alicia
Martín Pérez.
AMP
Psicólogos.