lunes, 17 de diciembre de 2012

CÓMO AFRONTAR LA NAVIDAD EN ÉPOCA DE CRISIS

Por fin llega la Navidad, escenario de unión, de compartir con nuestros seres queridos, de momentos entrañables y alegría pero también de gastos extra.

Ante el panorama actual de desempleo, reducciones de salario y pagas extra que no se cobran, podemos seguir disfrutando de éstas fechas haciendo algunos ajustes en nuestra forma de enfocarlas.

Es un momento difícil debido al significado simbólico que tienen las fiestas navideñas en nuestro entorno cultural, asociadas a un incremento significativo de los gastos.

Sin embargo, enfrentarnos a dificultades no necesariamente nos tiene que suponer bloqueo, agobio o depresión, sino que podemos aplicar una serie de medidas prácticas y tomar conciencia que disfrutar la Navidad no depende, en realidad, de seguir los patrones consumistas a los que nos habíamos acostumbrado.

Es importante hacer una valoración adecuada de nuestras necesidades. En ocasiones, sobredimensionamos lo que realmente necesitamos y perdemos la perspectiva. Quizás es un buen momento para diferenciar lo que son realmente necesidades de lo que no lo es. Ésta actitud realista minimiza la sensación de pérdida y nos permite mantener los mismos niveles de satisfacción sin gastar más de lo que podemos.

Una estrategia para una buena gestión emocional consiste en no polarizar nuestro pensamiento, es decir, evitar la tendencia a pensar en términos de “blanco o negro”. No pasar estos días fuera de casa no significa que no tengamos vacaciones, no llevar vestido nuevo en Nochevieja no significa que seamos unos harapientos, no comer besugo no significa que nuestra mesa no vaya a ser apetecible. Ser realista y no convertir en catástrofe lo que no lo es.

Es importante ser realista y no convertir en catástrofes lo que no lo son.

Enfocar nuestra atención hacia lo que sí tenemos y no hacia lo que no habrá permite darnos cuenta de que muchas veces es más doloroso el significado que nosotros mismos le damos a la situación que la situación en sí misma.

Pensar en soluciones y en posibles alternativas, genera sensación de control y seguridad en nosotros mismos. Ser imaginativos nos ayuda a prevenir estados de ansiedad o tristeza y aumenta nuestro sentimiento de competencia y autoestima.

Mención especial requiere el manejo de los deseos y peticiones de los niños, que pueden elaborar interminables cartas a los Reyes Magos. La ilusión y la sorpresa de los niños nos proporcionan mucha felicidad y una de las situaciones más dolorosas para los padres es no poder proporcionar a sus hijos todo aquello que “necesitan”. Sin embargo, los niños necesitan muchas menos cosas de las que creemos y sus niveles de felicidad no se reducen porque se les compren menos regalos. Por el contrario, el exceso de juguetes les lleva a no tomar conciencia de su valor y del esfuerzo que cuesta conseguirlos.

Por otro lado, aprender que no siempre se consigue todo lo que se quiere es un aspecto fundamental para el crecimiento y desarrollo de los niños, ayudándoles a ser personas más adaptativas y felices.

Así pues, estamos ante una buena oportunidad para hablar con nuestros hijos, repasar con ellos sus cartas a los Reyes, haciéndoles ver que no pueden recibir todo lo que han pedido y que además no lo necesitan para divertirse. Una negativa serena y firme que les enseñará a aceptar la frustración. Si lloran o se irritan, les consolaremos mostrándoles cariño y permitiendo que se desahoguen y una vez calmados volver a hablar con ellos pero sin ceder a sus pretensiones o exigencias.

Las siguientes sugerencias prácticas pueden ser de utilidad para disfrutar plenamente de estas fiestas y salir airosos:

  1. Calcular el presupuesto con en el que contamos para los gastos navideños.
  2. Hacer una lista con los distintos gastos que tendremos que afrontar: comidas, regalos, compromisos…
  3. Ordenarlos por prioridades.
  4. Asignar una cantidad de dinero a cada punto. Si nos sobra presupuesto, podemos aumentar lo destinado a alguna cosa. Si se nos queda corto, recortar o eliminar empezando por el final.
  5. Organizar las cenas con amigos o compañeros en casa. Resulta más económico que hacerlo en un restaurante y puede ser mucho más divertido.
  6. Pensar antes de comprar. Podemos hacer regalos más inteligentes y útiles o decantarnos por regalos más sentimentales que los seres queridos pueden apreciar más que los materiales.
  7. Ser realistas con lo que regalamos: por ejemplo, un bebé no necesita que nos gastemos mucho dinero, con un detalle será suficiente.
  8. Ajustar el presupuesto con los niños: no hace falta celebrar Papá Noel, Reyes Magos…sino concentrarnos en uno de ellos.
  9. Recurrir al “amigo invisible” o a los regalos en grupo, por ejemplo, los hermanos podrían juntarse para los regalos a los padres o entre ellos.
  10. Aprovechar los vales de descuento que ofrecen algunos comercios y los puntos que se acumulan con las compras en algunas tiendas.
  11. Comprar algunos productos para las cenas o comidas por adelantado y congelarlos. Cuanto más se acercan las fechas señaladas, más se encarecen.
  12. Respecto a la estructuración de nuestro ocio, sobre todo con los más pequeños de la casa, podemos buscar actividades baratas. No hay por qué gastar mucho dinero para pasar un buen rato. Se puede aprovechar el día del espectador o disfrutar de un paseo viendo las luces de Navidad. Organizar juegos, concursos, rutas en bici o patines invitando a primos y amiguitos. Recurrir a google nos dará muchas ideas.

En conclusión, definir nuestras prioridades personales y familiares y centrarnos en ellas, ajustar las expectativas poco realistas, disminuir nuestro nivel de exigencia y ser flexibles son aspectos clave.

Gastar menos no significa vivir peor. Podemos reconducir nuestro estilo de vida para afrontar con más éxito las dificultades y descubrir nuevas formas de felicidad y satisfacción.

Podemos derrochar amor, comprensión y solidaridad en éstas fechas. La Navidad no es sinónimo de consumismo.

 
Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.


jueves, 13 de diciembre de 2012

¿CONOCES QUE ES MINDFULNESS O ATENCIÓN PLENA?

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Nuestra vida consiste en una sucesión de momentos presentes que muchas ocasiones se ven perturbados por el pasado y/o por el futuro. Asimismo, permanecemos en una lucha atroz de rechazo de lo que no queremos, de búsqueda ansiosa de aquello que creemos nos va a proporcionar la felicidad o sometidos al miedo a perder lo que poseemos. 
Para la mayoría de nosotros la mente tiende a ser sumamente errática y saltar con rapidez de una cosa a otra, o engancharse en juicios y debates con nuestros pensamientos. La mente normal se encuentra tan absorbida en sus razonamientos, temores, problemas que es incapaz de observar la realidad y actuar en consonancia. Basta observar unos segundos el contenido de nuestra mente para contemplar la cantidad de percepciones y pensamientos distintos que se suceden con gran rapidez en un perpetuo flujo y movimiento. Asimismo, se ve fácilmente alterada en las situaciones de ansiedad, por lo que aprender a guiarla supone un gran recurso para superar el estrés que casi siempre nos acompaña.
Pero la realidad es que existen otras formas de ser, de contemplar los problemas, de adaptarse y buscar lo que queremos, que pueden hacer la vida más agradable y rica, proporcionando mayor sensación de seguridad y satisfacción con la vida. Una de estas alternativas es lo que se conoce como “atención plena” o “Mindfulness”.
La atención plena consiste en un entrenamiento en centrar la atención en la respiración y aprender a observar nuestro cuerpo y nuestra mente, de permitir que nuestras experiencias se vayan desplegando y aceptarlas como son. Implica no rechazar las ideas ni intentar fijarlas o suprimirlas o controlarlas, sino en guiar nuestra atención, hacernos más conscientes de nosotros mismos.
Cuando la mente va tranquilizándose y va siendo capaz de mantenerse en un punto durante cierto tiempo empieza a ver las cosas con mayor claridad. En la mayoría de las ocasiones la solución a nuestros problemas se haya mucho más cerca de lo que creemos, basta con saber mirar. 
La práctica del Mindfulness supone hacer una pausa en el torbellino de actividad en que vivimos inmersos.
Llevar la conciencia a nuestro presente, a lo que estamos haciendo en cada momento, hace que nuestra relación con las cosas cambie, permite vivir con mayor plenitud, aprovechar cada instante como único, nos libera de condicionantes, juicios y temores, permitiéndonos a su vez superar las dificultades con mayor energía.
La respiración representa un papel extremadamente importante en este proceso, ya que constituye un poderoso aliado en la práctica de la atención plena, tiene la virtud de apoyar la conciencia en el curso de nuestra vida. Siempre nos acompaña, sintonizar con ella nos lleva inmediatamente al aquí y al ahora. Echa el ancla de la conciencia de nuestro cuerpo al proceso básico, rítmico y fluido de la vida. La respiración constituye la base para la práctica de la meditación.
La práctica del Mindfulness, o atención plena, supone grandes beneficios para nuestra salud tanto física como psicológica. Por ello, en AMP Psicólogos vamos a poner en marcha, en enero, un taller de introducción en estas técnicas. Para más información se puede consultar nuestra web, blog o ponerse en contacto con nosotros: 918657524, 680637674.
También podéis pinchar el siguiente enlace, se trata de un programa de Redes, en el que Punset entrevista a Mathieu Ricard, biólogo y practicante experto de meditación, que ha recibido el título de “El Hombre más Feliz del Mundo”: www.redesparalaciencia.com/2871/redes/2010/redes-60-la-ciencia-de-la-compasion 
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Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez

miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS NIÑOS ANTE LA SEPARACIÓN

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La ruptura de pareja es una de las experiencias más dolorosas que pueden sufrir los seres humanos. Los estudios indican que después de la muerte de un ser querido es el acontecimiento más estresante en la vida de las personas, a la gestión de múltiples aspectos de reordenación de la vida cotidiana se suma el manejo de la revolución emocional que supone la adaptación a la nueva situación.
  Cuando la separación es un hecho y no hay vuelta atrás, se hace prioritario prestar atención adecuada a los hijos para minimizar el impacto de la ruptura. Nadie mejor que los padres para ayudar a sus hijos a comprender la situación, dar respuestas y tranquilidad.
La separación es siempre para los hijos una experiencia diferente que para los padres: la familia en la cual los niños nacieron, crecieron y vivieron toda su vida cambia sustancialmente. Con sus imperfecciones, se trata de la entidad que les brinda el apoyo y la seguridad que necesitan. Al percibir los cambios, pueden aparecer preocupaciones e inseguridad acerca de su futuro.
Es importante tener en cuenta que la pareja no se divorcia de sus hijos, ni entre sí como padres. El divorcio disuelve el vínculo conyugal que une legalmente a los padres, pero conserva el vínculo parental que los une cómo padres. Esta disolución implica la transformación de la familia nuclear original - constituida por padres e hijos - en una familia con una estructura diferente: la familia binuclear, con dos núcleos representados por la casa de la mamá y la casa del papá. Este tipo de configuración familiar requiere para ser viable, el ejercicio conjunto de la parentalidad o coparentalidad. Es decir, la familia mantendrá un funcionamiento óptimo en tanto que los padres cumplan conjuntamente las funciones de crianza.
Las reacciones y sentimientos de los niños frente a la separación de sus padres dependen de diferentes factores: edad, explicaciones recibidas, continuidad de la relación con ambos progenitores, acuerdos o desacuerdos entre los padres, grado de hostilidad entre los mismos, intervención de otros adultos o sistemas, etc.
Es común que los niños esperen la reconciliación durante varios años, así como que se crean responsables del divorcio, como si hubieran hecho algo malo.

Los más pequeños, antes de los 6 años, pueden desarrollar: 
  • Conductas regresivas, como orinarse en la cama, succionar el pulgar, hablar como bebé o portarse mal.
  • Miedo a no ver más al padre que se va de la casa o a que el otro lo abandone.
  • Miedo a que los padres dejen de quererlo, o que pueda ser rechazado.
  • Emociones negativas: enfado, tristeza, depresión, culpabilidad.

Cuando son más mayores, a partir de los ocho años, pueden:
  •  Idealizar al padre ausente y agredir a aquél con el cual conviven, o a la inversa.
  • Sentir que sus padres los han traicionado.
  • Anhelar volver a unir a sus padres.
  • Distraerse con facilidad.
  • En ocasiones, convertirse en "cuidadores" de un padre (generalmente al que ven más sólo o más débil) o asumir un rol parental en el hogar.
  • Manifestar síntomas físicos (vómitos, dolor de cabeza, de tripa).
  • Presentar problemas de conducta: mentiras, manipulaciones, agresiones…
  • Tener conductas manipuladoras y aprovechar las fisuras entre los adultos para satisfacer sus caprichos.

En la adolescencia, pueden aparecer las siguientes reacciones:
  • Sentimientos de enfado bien hacia los padres o hacia sí mismos.  
  • Sensación de desequilibrio en su identidad, es la edad fundamental de adquisición de identidad propia y la separación de los padres puede suponer una interferencia en este proceso. 
  • Las manifestaciones depresivas. A menudo se presentan enmascaradas bajo apariencia de trastornos somáticos: cefalalgias, lumbalgias, etc.  
  • Profundo sentimiento de pérdida, que puede manifestarse con una sensación de vacío, dificultad para concentrarse, fatiga crónica, pensamientos recurrentes o pesadillas. 
  • Establecimiento de alianzas con un progenitor, a veces en contra del otro. 

En estas circunstancias, hay algunas orientaciones que pueden resultar útiles:
  • Hablar con los niños de la separación con términos que puedan entender según su edad y madurez: es importante que se haga énfasis en la idea de que la separación de los padres no implica una separación de ellos con respecto a los niños. El que los padres se divorcien no quiere decir que dejen de querer a sus hijos, ni que los vayan a dejar de querer nunca. Repetir esta idea y demostrarla tantas veces como sea necesario.
  • Explicar a los niños las condiciones de la custodia, la organización del tiempo con cada progenitor y otros cambios que sucederán. Es importante tratar de conservar estables tantos aspectos de la vida de sus hijos como sea posible. 
  • Atender a las emociones negativas que los niños puedan presentar en relación con la separación. Escucharlos y permitirles expresar su tristeza y enfado. También es necesario que los niños entiendan que no son responsables del divorcio, y por lo tanto tampoco pueden hacer nada para favorecer una reconciliación entre los padres.
  • No involucrar a los niños en disputas conyugales y no hablar mal del otro padre en su presencia.

En resumen, ante una separación, es importante que los padres estén atentos a la reacción de sus hijos, tanto a nivel emocional como a nivel conductual, y que tomen las decisiones que mejor favorezcan la asimilación saludable de este cambio tan importante para todos.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos