Comenzamos una serie de dos
artículos dirigidos a abordar el tema de las altas capacidades intelectuales en
la infancia, o lo que más comúnmente se conoce como superdotación. En el
artículo presente, aportaremos una descripción de las características de los
niños con altas capacidades, y en el segundo, aportaremos sugerencias para
padres.
La superdotación y las altas
capacidades son conceptos todavía controvertidos y no exentos de polémica
respecto a su significado, evaluación e intervención.
Muchos padres sospechan de altas
capacidades en sus hijos pero no siempre estas se confirman. Hay que
diferenciar, entre niños precoces (respecto a su edad cronológica), niños con
talento en ciertas áreas (música, dibujo, etc.), niños con altas capacidades y
niños con superdotación.
En un principio, se consideró que eran superdotados,
aquellos niños que superaban considerablemente a la media en los resultados de
los tests de inteligencia. Así, si lo normal era situarse en una puntuación de
100, se identificaba como superdotados a los niños con puntuaciones superiores
a 130. Este criterio basaba sus apreciaciones sólo en la consecución de un
determinado nivel intelectual medido mediante pruebas específicas.
Hoy en día, sabemos que la superdotación incluye,
además, una serie de características y capacidades que van más allá de un
simple número.
En las primeras etapas evolutivas,
podemos sospechar que nuestro hijo tiene una alta capacidad intelectual, cuando
su desarrollo es muy avanzado en relación a los logros esperados a una
determinada edad. Más adelante, los niños superdotados de edades comprendidas
entre dos años y medio y cinco años y medio pueden presentar las siguientes
características:
a)
Desarrollo avanzado: Se anticipa las habilidades motrices, el lenguaje,
etc. Siente interés rápidamente por los libros y algunos de ellos pueden ser
lectores precoces.
b) Interés
por el aprendizaje: El aprendizaje se asume con gran facilidad. Pueden
mostrar áreas de interés concreto sobre temas sociales, de la naturaleza, sobre
el universo u otros buscando activamente información.
c)
Precaución y temores: Debido a su carácter analítico y necesidad de ir más
allá, pueden mostrarse cautelosos ante nuevas situaciones.
d) Sensibilidad: Gran empatía respecto a temas como el maltrato a
personas o animales, la injusticia social, etc.
e) Desarrollo desigual: Su desarrollo no sigue un curso homogéneo en las diferentes áreas. Algunos
autores hablan de “disincronía evolutiva” para explicar las discrepancias entre
el desarrollo de su capacidad intelectual respecto de otras áreas como la
conductual y, especialmente, la emocional.
f) Capacidad precoz para diferenciar entre realidad y fantasía: Son niños
que se plantean antes que el resto cuestiones como la inevitabilidad de la
muerte y hacen preguntas recurrentes acerca de historias o cuentos para
asegurarse de lo que puede o no ser real o suceder.
g) Interés temprano en cuestiones morales o sociales: Presentan
una especial sensibilidad o conciencia acerca de problemas sociales,
desigualdades, injusticias, temas como la guerra, el medio ambiente, la contaminación,
etc.
h) Mayor poder de razonamiento y manipulación: Los niños
superdotados utilizan como principal herramienta comunicativa el lenguaje. Ello,
unido a su capacidad de comprensión y razonamiento lógico, los hacen muy
proclives a defender con todo tipo de argumentos sus reivindicaciones, demandas
o, a veces, caprichos.
i) Habilidades Sociales: Su alta capacidad intelectual, puede
desarrollar en ellos unas capacidades innatas de liderazgo en su grupo. No obstante,
desde muy pequeños, pueden verse a sí mismos, como diferentes a los demás. Su
sofisticado vocabulario, su sentido del humor, su perfeccionismo y, sobre todo,
la constatación de que sus intereses especiales no son compartidos por sus
compañeros, pueden dificultar en gran medida la integración en el grupo. Estos
problemas pueden agravarse a medida que el niño crece y se acerca a la
adolescencia, aumentando sensación de rechazo, incomprensión y baja autoestima.
j) Perfeccionismo: Con mucha frecuencia, necesitan profundizar en todos
los aspectos de los temas de su interés y lo hacen con una avalancha de
preguntas que pueden resultar agotadoras para los padres e impertinentes para
los maestros. Cuando no alcanzan las metas u objetivos que se han propuesto,
suelen frustrarse y sentir gran desasosiego y ello puede conducirles a rehusar
o abandonar la tarea antes que a rebajar el objetivo que se han impuesto.
Por tanto, concluimos que la
identificación de un niño como superdotado, ha de hacerse teniendo en cuenta,
tanto el resultado que obtenga el niño en una prueba o test de inteligencia
fiable y administrado por un profesional competente, como la presencia de
algunas características especiales en su forma de relacionarse con el mundo,
sus actitudes e intereses.
Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
http://www.psicologosaranjuez.com