¿NOS AFECTA EL ESTRÉS A
TODOS POR IGUAL?
La
OMS define el estrés como "el conjunto de reacciones fisiológicas que
prepara al organismo para la acción". Desde este punto de vista, el estrés
simplemente es la respuesta de un organismo frente a un cambio en el mundo
exterior que le rodea.
Ampliando algo más este concepto podríamos añadir el
conjunto de respuestas cognitivas (pensamientos), emocionales y conductuales
que se ponen en funcionamiento ante los eventos de la vida.
Conviene
señalar, que si bien en el lenguaje coloquial tiene una connotación negativa,
el estrés, en realidad es una respuesta adaptativa, sana, que nos permite
resolver nuestro día a día. Es el término distrés el que se emplea cuando
supone un deterioro o genera problemas.
Una
cuestión crucial que se plantea en el ámbito científico es ¿por qué si todos
estamos sometidos a estresores no todas las personas desarrollan trastornos
psicológicos?, ¿Por qué hay personas que resuelven de manera adecuada las
circunstancias más doloras y penosas, mientras que otros se ven desbordados por
pequeños inconvenientes?.
Las
respuestas han ido orientadas a valorar las siguientes causas:
·
La situación o experiencia vivida: las cargas
excesivas a lo largo de la historia personal pueden aumentar la probabilidad de
generar determinados trastornos.
·
La respuesta del sujeto: la manera de afrontar
las experiencias vitales, tanto positivas como negativas, son clave para generar
fortalezas o debilidades.
·
Las características de personalidad: factores
individuales estables que propician determinado tipo de respuestas repetidas,
que de ser inadecuadas generan estilos desadaptativos.
Los trastornos
más comúnmente asociados con el estrés se pueden categorizar en tres bloques y
pueden darse por separado o de manera combinada:
- Psicosomáticos:
palpitaciones, dolores de cabeza, trastornos digestivos, problemas de sueño, alergias,
alteraciones menstruales, dificultades de concentración…
- Conductuales:
aislamiento social, conductas impulsivas o agresivas, irritabilidad, incremento
del consumo de sustancias adictivas, bajo rendimiento en el trabajo,…
- Emocionales:
impaciencia, ansiedad, sentimientos de soledad, sensación de impotencia, estado
depresivo,…
Distintos
estudios han identificado una serie de características personales, que se
pueden aprender y por tanto desarrollar, como las claves para aumentar nuestras
fortalezas frente al estrés:
- Optimismo: creer que uno obtendrá buenos resultados en la vida, anticipando consecuencias positivas.
- Vitalidad: experiencia subjetiva de energía.
- Entusiasmo: motivación y compromiso en el afrontamiento de las tareas cotidianas.
- Perdón: capacidad de sobreponerse al daño ocasionado por otros.
- Gratitud: capacidad de reconocer y apreciar los aspectos positivos de la vida, de recibirlos como un regalo.
- Autoestima: valoración adecuada de uno mismo, reconociendo las virtudes propias y los defectos, para modificar aquellos que verdaderamente generen problemas y aceptar aquellos que no podamos cambiar o sean irrelevantes.
- Reinterpretación positiva de las situaciones: capacidad de pensar las cosas con detenimiento, sin centrarse exclusivamente en lo negativo para generar planes de acción adecuados.
Si te
encuentras entre aquellos que han desarrollado estas características personales
puedes sentirte afortunado, de alguna manera estás “vacunado” contra el estrés.
Si no es así, éste es un buen momento para comenzar a potenciarlas, puedes
hacerlo por ti mismo, pero si no sabes cómo, no dudes en consultar con un
psicólogo que te oriente.
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez