Los
mitos sexuales son ideas que contienen información sexual equivocada y que
carecen de rigor científico. Sin
embargo, y a pesar de su inexactitud, muchas de éstas creencias se han impuesto
en nuestras mentes llegando a generar altas dosis de malestar, serias
dificultades para vivir la
sexualidad de manera sana y problemas
en las relaciones de pareja.
Estos
problemas podrían ser fácilmente eliminados si rompiéramos con éstas ideas
equivocadas y las sustituyéramos por otras más válidas y realistas.
Vamos a
tratar de desmontar en éste artículo algunos de los mitos sobre la sexualidad
más extendidos:
·
Toda relación sexual debe acabar en penetración: es uno de los mitos más extendidos, sin embargo la realidad es que la
sexualidad debe ser entendida como una experiencia amplia, que implica todos
los sentidos. Aunque la penetración resulta muy placentera, sería una
equivocación reducir las relaciones sexuales solo a la penetración porque nos
perderíamos gran parte de la intimidad y la comunicación con nuestra pareja.
·
Una relación sexual normal tiene que acabar con un orgasmo: el orgasmo es una fase más de la respuesta sexual pero no tiene que
producirse siempre. Muchas mujeres con dificultades para alcanzar el orgasmo o
que no lo consiguen, sienten que son “defectuosas”, sin embargo que éste no se
produzca no es indicativo de ninguna anormalidad. En realidad esta dificultad
suele ser el resultado de un mal aprendizaje sexual, de prácticas inadecuadas y
de creencias excesivamente exigentes a cerca del rendimiento. Si nos quitamos
esa presión disfrutaremos mucho más de la excitación y los juegos compartidos
con el otro.
· Los hombres siempre están listos para una relación sexual: la respuesta sexual masculina hace que alcancen generalmente un nivel
de excitación elevado antes que las mujeres. Sin embargo, esto no implica que
“todos los hombres y siempre” estén dispuestos a mantener relaciones sexuales.
· Los hombres siempre tienen que tomar la iniciativa en las relaciones
sexuales. Si lo
hacen las mujeres es que son promiscuas: la sexualidad debe ser vivida como
un acto libre tanto por hombres como por mujeres. La represión femenina de la
sexualidad es producto de presiones culturales, no biológicas.
· Si dos personas se aman, deben saber de manera intuitiva satisfacerse
sexualmente el uno al otro: aunque haya personas que
puedan tener una “química especial”, nadie nace sabiendo, el entendimiento
sexual es algo que se aprende y se desarrolla con el tiempo, a través de una
comunicación clara con el otro, explicando necesidades y deseos con respeto y
libertad.
· Es importante alcanzar el orgasmo simultáneo:
el sexo es una compleja mezcla de factores físicos, psicológicos y del entorno.
Pretender que dos personas respondan sexualmente de la misma manera es bastante
irreal. De hecho, la inmensa mayoría de las parejas no logran nunca alcanzar un
orgasmo simultáneo. Olvidémonos de esas exigencias irracionales y disfrutaremos
mucho más de nuestra sexualidad.
· El alcohol es un estimulante sexual: aunque la
ingesta de alcohol en ocasiones se utiliza (erróneamente) como modo de afrontar
situaciones que generan ansiedad (como puede ser un encuentro sexual), lo
cierto es que el alcohol es un inhibidor del sistema nervioso, de modo que
lejos de ayudarnos puede bloquear la respuesta sexual, haciendo difícil
conseguir una erección o un nivel de excitación suficiente.
El sexo debe surgir de forma mágica y espontánea e ir precedido de
mucho deseo: no siempre es así. La pasión puede
disminuir después de un tiempo y el ritmo de vida que llevamos, con estrés,
cansancio y pocos momentos de encuentro pueden hacer difícil el que una
relación sexual surja por sí sola. La sexualidad hay que cuidarla, prestando
atención a la seducción y la conquista, buscando espacios que faciliten los
encuentros y rompiendo con la
rutina.
· Un pene circunciso no obtiene las mismas sensaciones que uno no
circunciso: la circuncisión no afecta a la existencia
o no de sensaciones placenteras. Incluso hay personas que coinciden en que son
más higiénicos y estéticos…
·
En la tercera edad ya no se disfruta del sexo:
aunque el sistema hormonal cambia con la edad, en la tercera edad es
perfectamente posible disfrutar plenamente del sexo. Hay muchas personas que
practican un sexo más reposado y optando por posturas más cómodas en ésta etapa
de la vida, en la que la unión y el placer de tantas cosas compartidas lo
convierten en una experiencia tremendamente gratificante.
Desterrar
todos éstos mitos nos puede llevar a vivir nuestra sexualidad de una forma
mucho más plena y saludable.
Es
importante eliminar las presiones y permitirse disfrutar sin exigencias.
El sexo
es algo bueno siempre y cuando parta del respeto, del cuidado de uno mismo y de
la otra persona, satisfaciendo necesidades mutuas y con un consentimiento
recíproco.
Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP PSICÓLOGOS.
www.psicologosaranjuez.com