lunes, 10 de noviembre de 2014

LAS EMOCIONES: ¿POSITIVAS O NEGATIVAS?


Podemos definir las emociones como estados intensos caracterizados por pensamientos, reacciones fisiológicas y conductas específicas, que surgen de modo repentino en respuesta al entorno que nos rodea. Son reacciones subjetivas, es decir, las reacciones emocionales son el resultado de nuestra manera particular de interpretar las situaciones que vivimos. Es por ésta razón, que no todos reaccionamos igual emocionalmente ante un mismo acontecimiento, ya que cada uno de nosotros da un significado distinto, personal y mediado por la propia experiencia, a cada situación concreta.

 

Las emociones son una dimensión psicológica necesaria para la supervivencia. Suponen un “impulso” para la acción y la comunicación, y se relacionan con procesos neuroquímicos y cognitivos que tienen que ver con la toma de decisiones, la memoria, la atención, la percepción o la imaginación. Sin embargo, en muchas ocasiones nos resultan enigmáticas o difíciles de comprender y manejar.

 

A pesar de ser tan importantes, tradicionalmente se les ha restado valor, considerando que potenciaban la vulnerabilidad del ser humano y haciendo prevalecer la razón como forma más adecuada de conducir nuestras vidas. Ya Platón señaló que las emociones eran caballos salvajes que tenían que ser refrenados por la razón. Así, se ha asimilado a fortaleza o competencia el ser capaces de controlar, eliminar u ocultar cualquier atisbo de emocionalidad.

Los estudios y la profundización en el conocimiento del ser humano han puesto en evidencia que solo es posible mantener una buena relación con nosotros mismos y con los demás cuando existe un adecuado equilibrio entre razón y emoción.


                Una manera común de clasificar las emociones es en positivas o negativas, dependiendo de que las sensaciones que las acompañan sean agradables o desagradables. Esta clasificación, si bien es fácilmente entendible, nos lleva a confusión ya que tanto unas como otras son de vital importancia para nuestra adaptación y supervivencia. Las llamadas “positivas” nos indican aspectos protectores, sanos, satisfactorios o placenteros de la vida, a los cuales acercarnos y propiciar su mantenimiento, mientras que las “negativas” nos indican aspectos peligrosos o dañinos de los cuales apartarnos o mantenernos en vigilancia. Por ello, se considera más adecuado sustituir la idea de emociones positivas o negativas, por la de emociones apropiadas o inapropiadas.

Esto es así porque todas las emociones son sanas cuando se identifican, se entienden y se expresan adecuadamente, pero dejan de serlo cuando se exaltan, se reprimen o se expresan de modo exagerado, pudiendo convertirse en patológicas.


Para comprender mejor esta idea, presentamos un breve análisis de algunas de las emociones básicas.

La cólera o ira, es una emoción que nos indica que algo importante para nosotros está en peligro. En positivo nos lleva a la autoafirmación, a proteger nuestro territorio y a defender lo que es justo poniendo límites.

Sin embargo, cuando es excesivamente intensa y duradera, se reprime o se oculta, se transforma en resentimiento, irritabilidad, agresividad, odio y aislamiento social. A su vez, cuando se manifiesta de forma exagerada nos crea conflictos, sentimientos de culpa e incapacidad.

La tristeza, nos permite reconocer las pérdidas, llevándonos a conectar con nosotros mismos, a la introspección, la autoconsciencia, ayudándonos a recomponernos.

Pero cuando nos quedamos instalados en ella, la negamos y ocultamos puede convertirse en depresión.

El amor es enriquecedor y estimulante, proporciona apoyo y protección, nos moviliza a acercarnos a los demás, a compartir, a cuidar, es el motor de gran parte de nuestras virtudes.

No obstante, se puede transformar en algo destructivo cuando nos lleva a la sobreprotección, a la dependencia o a los  en celos.

El miedo, forma parte de nuestro sistema de alerta y permite protegernos de los peligros. Puede convertirse en algo inadecuado cuando se activa ante estímulos que no son realmente dañinos, bloqueándonos, paralizándonos, impidiéndonos afrontar retos y avanzar.

La alegría, nos permite reconocer las bondades de la vida, genera bienestar y energía y nos impulsa a la acción. Podríamos decir que es el estado en que todos queremos vivir.

En ocasiones, ésta puede convertirse en peligrosa cuando se convierte en euforia, nos aleja de la prudencia o nos impide medir nuestros verdaderos límites, llevándonos a la temeridad.

La aversión, nos indica la presencia de algo que puede ser perjudicial para nosotros, ayudándonos a alejarnos de tales estímulos. Pero se puede transformar en fobias cuando nuestra activación es excesiva.


A modo de conclusión podemos resaltar algunos aspectos:

  • Todas nuestras emociones cumplen una función positiva, aunque algunas las vivamos como algo molesto.
  • El modo en que las gestionemos a nivel interno y la forma de expresarlas serán la clave para lograr el bienestar emocional.

La psicología como ciencia que estudia al ser humano ha elaborado distintas estrategias que permiten superar aquellas dificultades que en ocasiones perturban nuestra vida emocional.

 

 

Paloma Suárez Valero.

Alicia Martín Pérez.

AMP Psicólogos.

www.psicologosaranjuez.com