miércoles, 3 de diciembre de 2014

Los trastornos de ansiedad en la infancia y la adolescencia


Todos los seres vivos estamos dotados de un sistema biológico que nos permite experimentar ansiedad o temor. En los niños, la emoción del miedo cumple una función importante ya que los alerta y protege en situaciones para las que todavía no han desarrollado las habilidades necesarias y que podrían resultar peligrosas.

Así, sentimientos tales como el miedo, la ansiedad y la tristeza se presentan de forma normal en algún momento del desarrollo. Las causas de los mismos, la forma en que se manifiestan y sus funciones adaptativas cambian conforme el niño crece y pasa de la infancia a la adolescencia.

La ansiedad se considera normal y funcional cuando se trata de una respuesta que se explica claramente por el estímulo que la desencadena, cuando es adaptativa o lleva consigo una utilidad para el individuo, cuando es adecuada y proporcionada a la situación que la provoca, y cuando no conlleva una expresión corporal intensa. 

Sin embargo, cuando la ansiedad se presenta en situaciones ambiguas en las que no se entiende la razón por la que surge, produce un malestar importante y no ayuda a la adaptación del individuo sino que lo desajusta, provocándole síntomas físicos desproporcionados, hablamos de ansiedad patológica.

En la infancia, los trastornos de ansiedad constituyen la problemática más frecuente en las consultas de los especialistas, presentándose en aproximadamente entre el 9 y 21% de los niños y adolescentes de la población, lo cual constituye un problema de salud importante a estas edades.

Como se ha mencionado anteriormente, la identificación de la ansiedad como patológica puede resultar difícil pues, en ocasiones, son expresiones exageradas o temporalmente inadecuadas de lo que se consideran reacciones normales y adaptativas: el miedo y la ansiedad.

Las manifestaciones de ansiedad serán diferentes según la etapa del desarrollo. En los niños más pequeños se presenta a menudo como actividad excesiva, comportamientos estridentes y de llamada de atención, dificultades en la separación temporal de sus padres, o en el momento de ir a dormir. Las manifestaciones conductuales de la ansiedad pueden conducir a diagnósticos inadecuados de trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), trastorno desafiante y oposicionista u otros problemas de conducta.

A medida que los niños van creciendo, son más capaces de describir sus vivencias subjetivas, y pueden denominarlas usando diferentes vocablos como miedo, nerviosismo, tensión, rabia. Un problema de ansiedad también puede evidenciarse a través de comportamientos disruptivos o antisociales.

A continuación se describen brevemente los trastornos de ansiedad más habituales en la infancia y adolescencia:

1. Trastorno de ansiedad por separación: Hace referencia a una ansiedad elevada que presenta el niño cuando se separa real o supuestamente de sus seres queridos, especialmente de sus padres. El niño se preocupa cuando sus padres salen de casa (por motivos de viaje, de trabajo o simplemente si se retrasan en sus quehaceres cotidianos fuera de casa). Teme que les haya pasado algo malo, que se pongan enfermos o que se mueran.

2. La fobia escolar hace referencia al miedo y rechazo del niño a acudir a la escuela por alguna situación o persona relacionada con ella: problemas con algún profesor o compañero, dificultades durante el recreo o la comida, etc. Se trata de un trastorno de ansiedad muy incapacitante en tanto el niño puede dejar de acudir a la escuela durante largos períodos de tiempo, con las alteraciones a nivel de rendimiento escolar y de relaciones sociales que se derivan.

3. Fobia social: El niño o adolescente con fobia social experimenta una ansiedad elevada ante un amplio abanico de situaciones sociales: le cuesta preguntar la hora o una dirección a un desconocido por la calle, le cuesta mucho entablar una relación de amistad con niños/as de su edad, evita participar en clase, hablar con los profesores, ir a fiestas o llamar por teléfono, etc.

4. Trastorno de ansiedad generalizada: El rasgo distintivo de este cuadro es la presencia de preocupaciones excesivas por diferentes situaciones o actividades de la vida cotidiana. Estas preocupaciones se consideran excesivas porque ocupan mucho tiempo (el niño o adolescente rumia de forma constante sobre ellas) y porque causan malestar (al niño o adolescente le gustaría no preocuparse tanto por ellas). Además, es incapaz de controlar esta preocupación.

5. Trastorno obsesivo compulsivo: Este trastorno se compone de obsesiones (pensamientos o imágenes desagradables que aparecen de forma reiterada contra la voluntad del sujeto) y de compulsiones (conductas que se realizan con el propósito de reducir o eliminar la ansiedad provocada por las obsesiones).

Como padres, jugamos un importante papel en caso de que nuestro hijo presente un problema de ansiedad. Si el ambiente es comprensivo y se emplean estrategias que ayuden al niño, éste se verá beneficiado. Sin embargo, los ambientes que minimizan o culpan al niño del problema, o que le obligan a enfrentarse a una situación para la que no se encuentra preparado, estarán provocando un rechazo del niño a compartir sus problemas y pedir ayuda y, por tanto, comprometerán su mejoría. 

La evolución natural de la ansiedad en niños sin tratamiento puede derivar en serias repercusiones en el funcionamiento académico, social y familiar de los niños, interfiriendo de forma importante en el desarrollo del concepto de sí mismos y la autoestima.


Las principales modalidades de tratamiento en la práctica clínica son la terapia cognitivo conductual (TCC), las intervenciones informativas para familiares y el tratamiento farmacológico. Si la ansiedad es atípica para la edad del niño o niña, perdura en el tiempo, no hay signos de mejoraría, y está causando problemas significativos, se recomienda acudir a un profesional en busca de estrategias concretas que ayuden al niño a superar sus dificultades.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez

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