Los celos constituyen una emoción
natural, propia del desarrollo normal del niño. Resultan de la necesidad de
exclusividad y de atención por parte de los padres. No se pueden evitar, pero
sí se pueden atenuar y aprender a manejar, para que no se cronifiquen y generen
problemas más importantes.
Los celos infantiles pueden manifestarse de las siguientes formas:
1.
Presencia
de comportamientos más infantiles:
recuperar el chupete o el biberón, volver a hablar como un bebé, exigir que le
den la comida o le lleven en la silla.
2.
Aumento de rabietas y comportamientos
agresivos: mordiscos, empujones, peleas…
3.
Llamadas de atención: desobedeciendo, molestando
o fastidiando al hermano.
4.
Pérdida de apetito, dificultades para dormir,
pudiendo aumentar las pesadillas y el miedo.
5.
Mayor sensibilidad, llanto fácil, pérdida de
interés por el ocio, disminución del rendimiento escolar...
El nacimiento de un hermano supone un cambio importante en la vida del
niño y como padres, podemos facilitar la adaptación a esta nueva situación siguiendo unas pautas:
·
Dar información previamente,
anticipar de forma realista las consecuencias que puede traer dicho cambio,
transmitiendo seguridad y protección.
·
Cambiar en lo mínimo sus hábitos y
procurar dedicarle la misma atención de siempre, jugando, mostrándole cariño y
acompañándole en sus rutinas.
·
Hacerle partícipe del nacimiento,
colaborando en la preparación de la habitación, en la elección del nombre, en
el cambio de pañales, en el baño o paseo del bebé.
·
Fomentar la relación y comunicación entre los
hermanos ya desde el final del embarazo, que pueda hablarle, tocar la
tripita de mamá, cantarle y contarle sus cosas.
·
Ignorar en lo posible sus reacciones negativas y
reforzar todo acercamiento y comportamiento positivo.
·
Transmitirle
el privilegio de ser hermano/a mayor, dejarle
unos minutos más antes de irse a la cama, acompañar a los mayores a realizar
gestiones, comer con ellos…
·
Respetar
los intereses del mayor, no compararles y valorar positivamente las
diferencias entre ellos.
·
Fomentar el juego conjunto, actividades de equipo y
en familia.
·
Ayudar a buscar soluciones alternativas a la
agresión o el enfrentamiento.
·
Moderar las exigencias hacia el mayor.
·
Evitar pedirle que sea siempre condescendiente y comprensivo
con su hermano menor.
·
Escuchar y aceptar sus sentimientos negativos.
Podemos concluir señalando que los celos son normales si suceden de
forma temporal y no alteran significativamente el funcionamiento familiar: los
celos irán desapareciendo si el niño comprende que ostenta un lugar único en el
afecto de sus padres. Si con el tiempo no se produce una mejora en estas
conductas, se recomienda la consulta con un especialista en psicología
infantil.
Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
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