¿ESCLAVO
DEL MÓVIL?
En las últimas
décadas hemos vivido una verdadera revolución tecnológica. Si no hace tantos
años podría parecer algo maravilloso enviar un fax o que pudiéramos hablar con
alguien que se encontrara a cientos o miles de kilómetros como si estuviera a
nuestro lado, hoy en día se hace, para la mayoría de nosotros, impensable no
poder comunicar con alguien, tener información instantánea de lo que ocurre en
el mundo o de lo que están haciendo nuestros amigos o familiares.
Disponemos de
unos pequeños aparatos de fácil manejo que nos permiten hacer fotografías,
consultar cualquier información, escuchar música, guiarnos por una ciudad y
compartir todo lo que se nos ocurra con aquellos que queramos (aunque también
con quien no queremos) de modo instantáneo. Los móviles se han hecho un
compañero “imprescindible” en nuestra vida personal y, desde luego, en nuestra
vida laboral, ya que posibilita la solución de algunas cuestiones de manera rápida y
eficaz.
No se puede
negar que su uso nos puede reportar una gran ayuda, facilitar la comunicación,
encontrar soluciones más fácilmente cuando nos encontramos en un apuro, mejorar
la productividad en el ámbito académico o laboral. Pero todas estas ventajas
pueden tornarse en problemas cuando el móvil, o más bien la necesidad de estar
pendientes de él, se convierte en una especie de esclavitud inundando todos los
aspectos de nuestra vida y nos hace permanecer atentos a algo distinto de lo
que verdaderamente estamos haciendo: estamos con los amigos o la familia y
enviando whatsapps, llegamos a casa y hemos de consultar los mails del trabajo,
estamos disfrutando de unas vacaciones y
haciendo fotos para colgar en nuestros perfiles, en el cine y consultando
cualquier cosa.
En este
sentido se presentan dos posibles problemas: ¿Cómo vivimos lo que vivimos si
estamos en otras cuestiones? Y, por otro lado, ¿en qué medida se convierte en
una necesidad o dependencia el no poder prescindir del móvil en ningún
momento?.
Nos podríamos
preguntar: ¿Puedes salir de casa sin el móvil?, ¿puedes tenerlo apagado?, ¿sueles
estar preocupado o pendiente de si se va a quedar sin batería?, ¿te ocurre que
pierdes el hilo de alguna conversación porque estabas atento a los mensajes que
te llegan?, ¿gastas mucho más tiempo del necesario en terminar una tarea porque
te entretienes en mirarlo?, ¿te acuestas o duermes más tarde de lo previsto
porque gastas tiempo en trastear con el teléfono?.
Si estas preguntas te han puesto un poco en
alerta, puede ser un buen momento para poner en marcha una serie de estrategias
que te ayudaran a que el móvil sea un buen aliado y no te conviertas en un
esclavo de tan práctico aparato. Eso si, no las sigas si puedes poner en riesgo
tu seguridad o la de otros
* Déjalo en modo silencio. Selecciona varias horas al día en que no reclame tu atención.
* Selecciona espacios y tiempos concretos para consultar los mensajes y contestarlos. No hace falta responder inmediatamente, puedes contestarlos todos en un rato. Y si tienes muchos selecciona los que verdaderamente quieras contestar.
* Bórrate de aquellos grupos muy activos y que tampoco aportan tanto. Es muy fácil, solo tienes que hacerlo, seguro que con esas personas hay modos más prácticos de comunicarte.
* Promueve que los grupos en que participas se utilizan para la función que se han creado. Si es el grupo de baloncesto de niños, se habla de eso.
* Evita reenviar mensajes virales. Aunque muchas veces hay chistes graciosos o asuntos interesantes, el problema es que esto satura el móvil de cualquiera
* Siempre que puedas habla con los demás, si no puedes quedar llama. Una conversación resulta más corta que u chorreo infinito de whatsapps.
* Usa otros dispositivos. Escucha música, haz fotos, busca información por otros medios.
* Utiliza la sincronización manual para todas las posibles entradas. Te evitará estar mirando continuamente.
* Desinstala algunas aplicaciones.
* Sal de casa sin él.
* Apágalo o ponlo en modo avión cuando estés con amigos, en el cine, el médico.
Seguramente al principio te
generará una cierta extrañeza, pero seguro que si te mantienes un poco de
tiempo notarás una reconfortante liberación.
Si estas recomendaciones te
parecen imposibles de seguir, sería bueno que te cuestionaras si tienes un
problema serio de dependencia y harías bien consultando con un especialista.
Alicia Martín Pérez
Psicóloga Clínica
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