MODELOS DE FAMILIA DAÑINOS
La crianza de los hijos supone
todo un reto. Tanto es así que ha sido motivo de estudio psico-sociológico
desde antiguo. Todos conocemos el dicho “los
niños vienen con un pan bajo el brazo”, pero desde luego no traen un manual
de instrucciones o al menos uno entendible.
Los padres, con la mejor
intención, repiten en muchas ocasiones patrones que resultan poco útiles para
conseguir un buen desarrollo de los menores y se encuentran en serias dificultades
cuando los hijos manifiestan problemas o auténticas formas de patologías
psicológicas.
Una aproximación a este tema nos
revela una serie de modelos parentales que resultan disfuncionales en el buen
desarrollo de las relaciones familiares y del crecimiento.
MODELO HIPERPORTECTOR
Los
padres asumen que su misión es hacer la vida lo más cómoda y agradable a sus
hijos, liberándolos de cualquier complicación. De alguna manera les sustituyen
en cuestiones que deberían ser ellos quienes las resuelven. Así, les hacen los
deberes, intervienen en las pequeñas disputas que puedan tener con amigos, les
insisten en cuidados que los menores conocen, etc..
Detrás
de tanta ayuda, aparentemente buena “dinos que necesitas que te lo daremos” se
esconde una descalificación sutil “lo hacemos porque no confiamos en que tú
seas capaz”.
Los
niños así educados, suelen volverse muy intolerante a la frustración, exigentes
e inseguros y tienen dificultades en desarrollar competencias para las que
están capacitados.
MODELO DEMOCRÁTICO-PERMISIVO
En este caso domina una ausencia de
jerarquías. La característica principal es el diálogo y la igualdad entre los
miembros de la familia, se trata de evitar el conflicto y que reine la armonía.
Si bien es cierto que negociar con los menores supone una buena estrategia
educativa, es importante tener en cuenta que los padres siempre han de ejercer
de guía, de soporte estable y tranquilizador. El niño necesita referentes
porque no está capacitado para entender, resolver o tomar determinadas
decisiones.
En
estas familias crecen pequeños tiranos que aprenden muy pronto a obtener lo
quieren con rabietas y explosiones de ira, observándose una incidencia
significativa de los trastornos de conducta.
MODELO SACRIFICANTE
Los padres
creen que tienen la obligación de sacrificarse, a toda costa, para promover el
bienestar de los hijos, evitando cualquier exigencia con la esperanza de que
algún día se les recompensará.
Los niños
desarrollan una casi total falta de respeto y serias dificultades para superar
cualquier contratiempo que puedan encontrarse. Crean una especie de mundo
irreal en el que creen que todo está a su alcance sin hacer nada para lograrlo.
Suelen ser
frecuentes los problemas de relación con el mundo exterior, la ansiedad y la violencia.
También pueden desarrollar un patrón igualmente sacrificante para lograr la
atención de los otros y cuando no la consiguen generar gran frustración.
MODELO INTERMITENTE
Este
modelo se caracteriza por el cambio continuo en las posturas que adoptan los
padres, se alternan de forma imprevisible la rigidez y la flexibilidad, la
valoración positiva y la descalificación, suponiendo una ausencia de puntos de
referencia y de base segura para los menores.
Existe
una incapacidad para tomar decisiones, resolver conflictos y mantener pautas
que regulen la dinámica familiar.
Los
hijos crecen inestables e incapaces de mantener roles y responsabilidades.
MODELO DELEGANTE
Los
padres delegan en otras personas el cuidado de los hijos, favoreciendo que sean
quienes establezcan las reglas que guíen el comportamiento de los niños. Suele generarse
una especie de competición en la que los niños se acogen a aquellas pautas que
más les favorecen, manipulando las relaciones en beneficio propio, ya que los
padres dejan de ser puntos de referencia.
En
este caso suelen ser frecuentes problemas de dependencia emocional y conductas
de riesgo.
MODELO AUTORITARIO
La
vida familiar se ve marcada por el sentido de la disciplina y el deber, que son
dictados por uno o por ambos progenitores, creando un tenso ambiente familiar.
Son frecuentes los castigos y las descalificaciones.
En
este caso podemos encontrarnos con menores que se rebelan y son claramente
conflictivos o que se someten y se sienten tremendamente frustrados e inseguros.
Para
ayudar a resolver los problemas que presentan estas familias resulta
imprescindible identificar tres aspectos: el modo de comunicación entre los
distintos miembros, el tipo de relaciones que se han establecido y los patrones
comportamentales que predominan en la dinámica familiar.
Alicia Martín Pérez
Psicóloga Especialista
en Psicología Clínica
AMP Psicólogos
www.psicologosaranjuez.com
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