lunes, 11 de marzo de 2013

LOS NIÑOS Y SU CURIOSIDAD: CÓMO RESPONDER A SUS PREGUNTAS


Cuando tratamos de comprender la esencia del pensamiento infantil, la primera premisa de la que deberíamos partir es que, si bien existen algunas similitudes con la manera de interpretar la realidad propia de los adultos, también existen notables diferencias que en ocasiones complican la tarea de comunicarnos con nuestros hijos y satisfacer su curiosidad.
Los niños son curiosos porque para ellos todas las personas y todas las cosas son nuevas y se interesan por conocer mejor el mundo que los rodea. Un niño aprende a preguntar alrededor de los dos años, en principio como una forma de conversar, y a partir de ahí da rienda suelta a su curiosidad.
Su forma de pensar va siendo cada vez más compleja: el pequeño supone que todo tiene un sentido, un porqué, y quiere conocerlo. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que consultando a sus padres?.
Los primeros años de la vida del pequeño transcurren en un círculo muy limitado. Por eso, es lógico que las preguntas iniciales de tu hijo sean muy precisas y estén centradas en sí mismo y en vosotros, en vuestra vida cotidiana.
Más adelante, y a medida que el contacto del niño con el mundo se va haciendo más amplio y a través de más personas de su entorno, aparecerán otras dudas, como por ejemplo sobre el nacimiento, sobre el cuerpo y la sexualidad. Todas estas preguntas surgen de su observación directa y de su propio estilo de procesamiento de la información. Es perfectamente normal que estas dudas se planteen y es difícil que los padres puedan ejercer control en la aparición de las mismas, ya que surgen espontáneamente y responden a su proceso de desarrollo.
En cualquier caso, también es normal que a veces las preguntas de los niños nos  resulten incómodas, sorpresivas e incluso terriblemente inoportunas. No importa si estamos en una reunión con nuestros amigos, o si hablamos por teléfono en ese momento. La pregunta del niño puede llegar sin previo aviso, sin tener en cuenta lo preparados que nos encontremos en ese instante para responderla.
Pero no es tan grave. Lo primero que debemos hacer es tomarlo con naturalidad, así como seguir algunas recomendaciones:
  • Es importante que valoremos positivamente la pregunta del niño. Es la mejor señal de que su desarrollo está siendo el adecuado, en cuanto a madurez y curiosidad.
  • En principio se recomienda tratar de responder a todas las preguntas que tu niño haga.
  • Ninguna respuesta debe fundamentarse en un porque si o en un porque no.
  • No le des una información falsa. Es una etapa tan propicia para la asimilación y el aprendizaje que es una pena no aprovechar un tiempo de tanta riqueza personal, de tanta capacidad de crecimiento y asimilación de conocimientos nuevos.
  • Míralo a los ojos cuando te hable y te pregunte. Nunca le evadas la mirada, eso le hará pensar que ha cometido algún error que merece tu indiferencia.
  • Usa palabras fáciles y ejemplos sencillos de entender para él, de acuerdo a su edad. Puedes recurrir a casos de tu propia experiencia, seleccionando los más apropiados. Si no conoces el tema, o no te sientes seguro sobre la respuesta, usa herramientas de consulta.
  • Trata de no escandalizarte. No cuestiones el lugar, ni el tema, ni el momento de la pregunta.
  • Nada de "no tengo tiempo para eso" o "pregúntale a tu madre".
  • Una vez respondida la pregunta, pregúntale tú si entendió, o si tiene alguna otra pregunta.
  • Afírmale que cualquier otra duda que tenga, siempre confíe en ti para resolverla.

Podemos concluir diciendo que es muy importante responder a las preguntas nuestros hijos ya que de ese modo fomentamos su curiosidad y les motivamos para aprender sobre el mundo. De la misma forma, dando respuesta a sus dudas, enseñamos a nuestro hijo que estamos ahí para informarle, aconsejarle y ofrecerle todo nuestro apoyo. No debemos olvidar que la comunicación entre padres e hijos es fundamental, y que si el niño ve que sus preguntas no obtienen respuestas, seguramente vaya a informarse por otras fuentes como amigos, revistas e Internet, pudiendo a veces dar con la respuesta equivocada o quedándose aún más confuso. Es muy difícil que como padres controlemos la información que nuestro hijo recibe en su día a día, pero si fomentamos una buena comunicación, podremos enseñarle a procesar y asimilar esa información de una manera acorde a los valores que queremos transmitirles con nuestra educación.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos

miércoles, 27 de febrero de 2013

LA INFIDELIDAD


La infidelidad es un fenómeno que se da con bastante frecuencia y que produce un intenso sufrimiento. En muchas ocasiones, suele deberse a que algo en la relación de pareja no está funcionando adecuadamente, ya sea esto evidente o no. Puede tratarse de un problema de falta de comunicación, un distanciamiento afectivo, decaimiento emocional y sexual, presencia de conflictos, falta de atención a la relación, entre otras cosas.

También es frecuente que, en la base de una infidelidad, encontremos falsas expectativas respecto a la relación. Hay quien prefiere el romance constante o la chispa del enamoramiento al mantenimiento de una relación a largo plazo. Y es que no se pueden tener ambas cosas. El enamoramiento inicial es algo transitorio y de mayor intensidad, mientras que una relación estable esos sentimientos se van transformando en afectos de menor intensidad pero más profundos según va evolucionando la pareja.

¿Es posible superar una infidelidad?

La realidad es que, en la mayoría de los casos, cuando existe un compromiso por parte de ambos para la superación de este episodio doloroso, se consigue. Si la pareja desea permanecer unida, es posible resolverlo. Eso sí, va a ser necesario tiempo, paciencia, tolerancia y esfuerzo.

Es incluso posible que la superación de una infidelidad aislada suponga para la pareja la posibilidad de reforzar el compromiso que les une y les ayude a producir los cambios necesarios que hagan la relación más fuerte y satisfactoria, potenciando la afectividad y el reencuentro. Tal vez estos cambios hubieran sido el antídoto contra la infidelidad de haberse producido antes. En cualquier caso, lo importante es poder aprender y mejorar.

Son más difíciles de resolver aquellos casos en que han aparecido sentimientos románticos hacia una tercera persona. En estos casos, lo primero es tomar una decisión sobre la continuación de la relación de pareja. Es importante tomarse un tiempo para poder reflexionar sobre lo que verdaderamente se quiere, tratando de analizar la situación tanto racional como emocionalmente,  ya que se trata de una decisión importante que afecta a varias personas.

Ahora bien, aunque se hace necesario concederse un cierto tiempo para pensar, los  sentimientos no se van a aclarar de la noche a la mañana por lo que es importante no quedarse instalados en la duda y aplazar sistemáticamente la decisión de permanecer juntos o no. Hay que tomar una opción.

En el caso de las parejas que deciden permanecer unidas, la capacidad de la persona engañada para asimilar la situación es muy importante. Los celos, la posesividad y el ansia por querer saber todos los detalles pueden ser respuestas normales. Sin embargo, es fundamental que no duren demasiado o conducirán a reproches y persecuciones constantes que agravarán aún más el problema y generarán más dolor.

Recuperar la confianza es un proceso largo y difícil. Resulta más eficaz constatar que la relación de pareja se está fortaleciendo poco a poco y centrarse en los momentos gratificantes que buscar constantemente la “seguridad” de que todo está resuelto para siempre. De lo contrario, convertiremos la infidelidad en el eje central de la relación, lo que dificulta el proceso de superación.

De la misma manera, la búsqueda de culpables es habitual en ambos miembros de la pareja. Sin embargo las acusaciones y las culpas no facilitan la comunicación ni conducen a solventar los problemas.

Con respecto a los sentimientos que la persona infiel haya podido desarrollar hacia un tercero, no podemos olvidar que hay emociones que podemos controlar a través de la razón. Hay ocasiones en que sin dejar de querer a la pareja y sin querer romper la relación con ella, surgen sentimientos hacia otra persona que resultan difíciles de abandonar. Podemos, buscar las formas que ayuden a mantenernos fieles a un compromiso y a unos sentimientos que no queremos perder.

El resultado va a depender en gran medida del vínculo previo que existiese en la relación estable. El nuevo enamoramiento no tiene por qué implicar que los sentimientos por la pareja hayan desaparecido. A menudo, lo que ha disminuido es la pasión. En estos casos, no es productivo comparar los sentimientos hacia uno y otro sino prestar atención a sentimientos y sensaciones positivas que habían dejado de atenderse y que, por tanto, se habían marchitado.

Es importante recordar, para concluir, que la afectividad que nos une a otro no es gratuita ni surge de forma espontánea. Podríamos prevenir muchos desengaños si dedicáramos cierto tiempo y energía a cuidar nuestra relación de pareja.

Es muy positivo fomentar actividades placenteras en pareja, potenciar proyectos tanto personales como compartidos, potenciar las muestras de cariño y facilitar el acercamiento físico. 

De la misma manera, debemos desarrollar unas adecuadas expectativas respecto a las relaciones de pareja, aceptando los aspectos positivos y negativos de las mismas.

Esto nos conduce a un amor mucho más sólido y trascendente y menos impulsivo.

En definitiva, aunque resulta muy doloroso, una infidelidad es algo temporal y  no tiene por qué terminar  con la ruptura de la pareja.




Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.

lunes, 21 de enero de 2013

LAS FANTASÍAS SEXUALES


Las fantasías sexuales son imágenes o pensamientos que representan deseos conscientes o inconscientes, pueden reflejar un deseo sexual o provocarlo.

Se trata de un tema todavía poco estudiado y que lleva asociadas algunas connotaciones negativas. Culturalmente, como todo lo relacionado con el sexo, ha sido una cuestión tabú, algo incluso vergonzoso. Muchas personas las tilda de “malos pensamientos”, asociándolas con el pecado.

Sin embargo, la mayoría de las personas tienen fantasías sexuales, por lo que no pueden ser consideradas como algo perjudicial o negativo, simplemente forman parte de los contenidos de nuestra imaginación. Además forman parte del desarrollo psicosexual del ser humano, surgiendo entre los 11 y los 13 años. Se trata de una manifestación normal y sana de la sexualidad.

En sexología clínica resultan un instrumento muy valioso para el tratamiento de algunos problemas sexuales y/o de pareja, ya que alimentan el deseo, intensifican el disfrute pleno de la relación y facilitan una sexualidad más amplia y creativa, dan lugar a la anticipación del placer, eliminan barreras al dar permiso para vivir situaciones que, tal vez, no serían posibles en la vida real.

Existe la creencia de que son más propias de los hombres. Podría ser debido a que tal vez los hombres tengan menos inhibiciones y hablen de ello con más facilidad. Sin embargo, se dan en la misma medida en ambos sexos, no existiendo grandes diferencias en cuanto al contenido de las mismas, siendo la temática amplia y variada.

Por otro lado, el contenido de las fantasías no tiene por qué ser sólo sexual sino que se relaciona con otros muchos aspectos de la seducción, del  placer y del deseo pudiendo así versar sobre encuentros del pasado, escenarios románticos…

La educación psicosexual recibida, así como las experiencias previas y la valoración acerca del sexo que cada uno tenga tiene una gran influencia en el tipo de fantasías que puede tener cada persona. Si son valoradas como algo natural formarán parte de una vida sexual sana, mientras que si son calificadas como negativas pueden llegar a generar problemas que van desde la culpa o la vergüenza, al desarrollo de verdaderos trastornos sexuales.

Es muy importante desculpabilizar y eliminar falsas creencias:
  • Hay que distinguir la imaginación de la realidad. Tener fantasías sexuales no significa querer llevarlas a la práctica: con el pensamiento podemos experimentar cosas que no haríamos nunca en la realidad.
  •  El pensamiento y la conducta son cosas distintas. No es lo mismo pensar que hacer. Lo que puede estar permitido y resultar estimulante a nivel mental puede ser negativo si se exterioriza. 
  • Tener fantasías no significa que el amor y el deseo en la pareja haya desaparecido. Hay que recordar que el principal órgano sexual es el cerebro y las fantasías pueden ser un recurso más. 
  • Tener fantasías sexuales no conduce a la obsesión. 
  • Las fantasías durante el coito no son signo de disfunción o trastorno. Por el contario, son algo muy frecuente en las relaciones sexuales. 
  • Tener fantasías sexuales no implica una hipersexualidad sino una expresión saludable del erotismo.

Una pregunta frecuente es si se deben o no compartir las fantasías sexuales con la pareja. Lo cierto es que no hay una única respuesta y se trata de una decisión de cada uno. En algunos casos puede servir para aumentar la comunicación y la intimidad con la pareja creando juegos compartidos que pueden resultar muy estimulantes. Pero, al igual que con otros aspectos de la vida podemos mantenerlos en nuestra intimidad personal, no es necesario compartirlo todo con la pareja y, a veces, al exteriorizar las fantasías pierden su magia y el poder estimulante.

En conclusión, las fantasías sexuales ayudan al crecimiento personal y al desarrollo sexual contribuyendo así a mejorar distintos aspectos de nuestra vida. Son una fuente de posibilidades y de juego, con lo cual es sano percibirlas en positivo, como un estímulo al erotismo pero considerándolas siempre como un aspecto más.

Ahora bien, las fantasías también se pueden convertir en algo patológico cuando son la única forma de lograr excitación y sustituyen a las relaciones reales, cuando se convierten en algo obsesivo que altera la conducta y el pensamiento de la persona, cuando tratan de imponerse al otro, cuando son la única finalidad del acto sexual o cuando son intrusivas y recurrentes y generan malestar en la persona.

En estos casos, recurrir a la ayuda profesional puede ser adecuado.





Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.

martes, 15 de enero de 2013

BUENOS PROPÓSITOS PARA LA VUELTA AL COLE


Con la llegada de las vacaciones de navidad, han llegado las notas de la primera evaluación y con ellas la primera calificación objetiva del desempeño de nuestros  hijos en el curso presente. 

En ocasiones se trata de una información que ya conocemos o nos esperamos. No se trata del primer contacto que tenemos con la situación de nuestros hijos en colegios e institutos, pues seguramente habremos tenido entrevistas con los tutores, estaremos al tanto de las notas de los exámenes, o la agenda de los niños nos habrá estado aportando mucha información. 

Sin embargo, a veces las notas nos sorprenden y nos preocupan, aparecen algunos suspensos inesperados y nos planteamos a qué se deben: ¿qué está sucediendo?, ¿cómo ha podido bajar tanto?, ¿se encontrará bien?, ¿estaremos haciendo las cosas correctamente en casa?, ¿tendrá algún problema que no me haya contado?.

Una primera reflexión puede ser: ¿por qué unos estudiantes sacan buenas notas y otros no? A lo que podríamos responder que debe diferencias de inteligencia. Sin embargo, nos encontramos con alumnos muy inteligentes que suspenden repetidamente y otros no tan brillantes que obtienen buenas calificaciones. En la actualidad, se cree que los suspensos se deben con mayor frecuencia a:
  • Problemas de falta de tiempo y dedicación a las tareas.
  • Falta de interés por el estudio. 
  • Formas de estudio inadecuadas.

Así pues, trataremos de identificar cuáles son los problemas para promover cambios que logren superarlos.

Para algunos alumnos la vida de estudiante consiste en estar matriculado en un colegio y asistir a unas clases. Pero estudiar es algo más, es aprender una serie de conocimientos ejercitando la inteligencia, la memoria, la voluntad, la capacidad de análisis, de síntesis, de relación, etc. En el diccionario encontramos que estudiar es "ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender una cosa".

Hablamos de fracaso escolar cuando un niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento escolar esperado para su edad y nivel académico, y dado que el único criterio para evaluar el éxito o el fracaso escolar de los niños son las calificaciones, el fracaso se traduce en suspensos, que cuando son frecuentes generan conflictos en la vida familiar y gran preocupación en los padres.

A continuación se presentan algunas sugerencias para padres interesados en ayudar a sus hijos a superar sus dificultades académicas:
  • Debemos tener en cuenta que lo fundamental es crear unos hábitos, y no tanto buscar una productividad académica, al menos al principio. Objetivo que debe plantearse como algo progresivo, por lo que se partirá de unos mínimos que se irán incrementando poco a poco a medida que el niño se haga mayor, pero siempre con el fin crear hábitos y rutinas. 
  • Es conveniente centrarse en establecer unos horarios y unas rutinas fijas, es decir, unas horas de inicio y de finalización estables y, a ser posible, todos los días igual. El niño aprende a organizarse mejor si se le presenta una  secuencia de actividades (por ejemplo, sentarse a hacer las tareas después de merendar) que siguiendo sólo las horas del reloj. 
  • Es importante tomar conciencia que el objetivo no es tanto ayudarle concretamente en las tareas, sino enseñarle a ser autónomo y que se pueda organizar solo. 
  • Se obtendrán mejores resultados si los niños se acostumbran a estudiar siempre en el mismo sitio, donde dispongan de todo el material necesario, de una mesa suficientemente amplia, iluminada y en un ambiente tranquilo y en silencio. 
  • Cuando son pequeños es aconsejable empezar acompañando y colaborando con el niño en la realización de las tareas, para paulatinamente pasar a estar simplemente presentes con una mínima supervisión. Si son pequeños el adulto puede estar realizando otras tareas pero cerca del niño. Para irse alejando hasta dejarle solo, realizando visitas a lo largo del tiempo de tareas. 
  • Reforzar al menor, no sólo cuando consigue buenas notas o cuando hace bien las cosas sino también en los intentos y esfuerzos. 
  • Para facilitar la comunicación entre los padres y la escuela, a la vez que la propia organización y planificación del niño, es conveniente que éste disponga de una agenda en la que anotar las tareas que debe hacer de cada asignatura, la fecha de entrega de los trabajos y ejercicios, y los temas que tienen que estudiar. Para que el uso de la agenda sea efectivo, el niño deberá anotar todas las indicaciones en el momento en que las realiza el profesor. 
  • Los padres deben tratar de mantenerse informados de todo lo relacionado con el centro escolar de sus hijos. No sólo en relación con las notas, sino también en lo referente a sus relaciones con compañeros o profesores. En la medida en la que el niño sienta que sus estudios son un asunto que interesa a sus padres, dará más importancia a los mismos. 
  • Es necesario que los padres enseñen a sus hijos a no desanimarse, deben explicarles que hay que ser tenaz y buscar alternativas para superar las dificultades. Es conveniente evitar transmitir mensajes negativos del tipo “eres un mal estudiante” porque pueden llegar a creerlo y bloquear su desarrollo posterior. 
  • En casos en los que la ayuda que se preste desde casa no resulte efectiva, los padres deberían acudir a un profesional que valores las causas de estas dificultades y que sepa establecer unas pautas que ayuden a mejorar la situación.

Para finalizar, es muy importante que los padres tengan presente que aunque los resultados académicos de sus hijos en la primera evaluación no sean los deseados, esto no quiere decir que la situación sea irreversible y que tengamos que asumir una situación inevitable de fracaso escolar. Siguiendo las pautas que se han planteado, o acudiendo a un especialista si desde casa resulta complejo impulsar estos cambios, podemos  conseguir que nuestros hijos vayan superando sus dificultades y obteniendo resultados cada vez más satisfactorios.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez

miércoles, 9 de enero de 2013

CLAVES PARA EL OPTIMISMO


El optimismo se define como la tendencia o capacidad para creer que uno obtendrá buenos resultados en la vida, anticipando las consecuencias positivas. Constituye un estilo cognitivo-afectivo relacionado con el modo en que un sujeto procesa la información relacionada con el futuro.
Martin Seligman, uno de los investigadores que más está aportando a la denominada Psicología Positiva, señala: “la vida causa los mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a optimistas como a pesimistas, pero los primeros saben afrontarlo mejor”. Además, la propia forma de enfrentarse a las circunstancias favorece formas de actuación beneficiosas para la persona, consiguiendo mayor éxito en las distintas áreas de la vida.
El optimismo favorece que la vida resulte más satisfactoria, que se aspire a objetivos vitales relevantes y que se desarrollen recursos para alcanzarlos, resulta una fuente importante de motivación, podríamos decir que tiene un efecto “inmunizador”, convirtiéndose en un elemento beneficioso de nuestra salud física y psicológica.
Las personas optimistas tienden a establecer relaciones sociales más sólidas, recibiendo y prestando ayuda cuando se necesita, promoviéndose un mayor sentimiento de pertenencia.
El pensamiento optimista se caracteriza por: recordar, con mayor frecuencia e intensidad, los acontecimientos felices del pasado, relativizando la importancia de los negativos y seleccionar la información actual de manera beneficiosa para la persona.
¿Qué nos puede ayudar a ser más optimistas?:
·   Dedicar tiempo a cultivar pensamientos agradables, buscando fórmulas que faciliten el recuerdo de acontecimientos positivos, parándonos a disfrutar de momentos agradables por pequeños que sean, dejando de lado las preocupaciones y saboreando por anticipado cualquier evento futuro que pueda resultar gratificante.

·       Identificar aquellas cosas que sabemos hacer y las repercusiones positivas que tiene nuestro comportamiento en los demás.

·       Emprender proyectos tratando de centrar nuestro pensamiento en lo que vamos a conseguir, valorando nuestras capacidades, si resulta difícil podemos preguntarle a alguien en quien confiemos, seguramente nos dará una visión más positiva de nosotros mismos que la que tenemos.

·       Tratar de buscar interpretaciones útiles que nos permitan actuar de forma adaptada.

·     Aprender a atrapar las cosas que ocurren a nuestro alrededor y que pueden aumentar nuestro nivel de satisfacción.

·     Utilizar el pensamiento de forma positiva, buscando soluciones y si le damos demasiadas vueltas a un problema, sentémonos, dediquemos un tiempo a escribir sobre ello identificando pensamientos catastrofistas y vías de solución, dejemos los pensamientos en el papel y podemos volver a ellos en los momentos de reflexión no de “rumiación”.

·      Decidir cuánto queremos dedicarle a aquellas cosas que a lo mejor no tienen demasiada importancia pero que rondan por nuestra cabeza continuamente.

·       Identificar nuestras fortalezas y ponerlas en acción.

·     Intentar buscar, todos los días y acerca de la mayoría de las situaciones, algún aspecto positivo, un aprendizaje, …

·       Si algo resulta costoso, valorar la importancia que tiene, intentar aprender aquello que necesitamos para superarlo o abandonarlo si descubrimos que no es algo relevante. Pero si algo nos importa, no nos demos por vencidos, perseveremos.

·       Generar expectativas positivas a cerca de nuestros actos sin esperar que los demás se comporten como nosotros lo haríamos.

·       Reducir las quejas, generan malestar y no ayudan a encontrar soluciones.
Propongo elegir alguna de esta estrategia y practicarla a conciencia durante una semana, ir añadiendo nuevas estrategias cada dos o tres semanas.
AMP PSICÓLGOS
Alicia Martín Pérez
Psicóloga clínica
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lunes, 17 de diciembre de 2012

CÓMO AFRONTAR LA NAVIDAD EN ÉPOCA DE CRISIS

Por fin llega la Navidad, escenario de unión, de compartir con nuestros seres queridos, de momentos entrañables y alegría pero también de gastos extra.

Ante el panorama actual de desempleo, reducciones de salario y pagas extra que no se cobran, podemos seguir disfrutando de éstas fechas haciendo algunos ajustes en nuestra forma de enfocarlas.

Es un momento difícil debido al significado simbólico que tienen las fiestas navideñas en nuestro entorno cultural, asociadas a un incremento significativo de los gastos.

Sin embargo, enfrentarnos a dificultades no necesariamente nos tiene que suponer bloqueo, agobio o depresión, sino que podemos aplicar una serie de medidas prácticas y tomar conciencia que disfrutar la Navidad no depende, en realidad, de seguir los patrones consumistas a los que nos habíamos acostumbrado.

Es importante hacer una valoración adecuada de nuestras necesidades. En ocasiones, sobredimensionamos lo que realmente necesitamos y perdemos la perspectiva. Quizás es un buen momento para diferenciar lo que son realmente necesidades de lo que no lo es. Ésta actitud realista minimiza la sensación de pérdida y nos permite mantener los mismos niveles de satisfacción sin gastar más de lo que podemos.

Una estrategia para una buena gestión emocional consiste en no polarizar nuestro pensamiento, es decir, evitar la tendencia a pensar en términos de “blanco o negro”. No pasar estos días fuera de casa no significa que no tengamos vacaciones, no llevar vestido nuevo en Nochevieja no significa que seamos unos harapientos, no comer besugo no significa que nuestra mesa no vaya a ser apetecible. Ser realista y no convertir en catástrofe lo que no lo es.

Es importante ser realista y no convertir en catástrofes lo que no lo son.

Enfocar nuestra atención hacia lo que sí tenemos y no hacia lo que no habrá permite darnos cuenta de que muchas veces es más doloroso el significado que nosotros mismos le damos a la situación que la situación en sí misma.

Pensar en soluciones y en posibles alternativas, genera sensación de control y seguridad en nosotros mismos. Ser imaginativos nos ayuda a prevenir estados de ansiedad o tristeza y aumenta nuestro sentimiento de competencia y autoestima.

Mención especial requiere el manejo de los deseos y peticiones de los niños, que pueden elaborar interminables cartas a los Reyes Magos. La ilusión y la sorpresa de los niños nos proporcionan mucha felicidad y una de las situaciones más dolorosas para los padres es no poder proporcionar a sus hijos todo aquello que “necesitan”. Sin embargo, los niños necesitan muchas menos cosas de las que creemos y sus niveles de felicidad no se reducen porque se les compren menos regalos. Por el contrario, el exceso de juguetes les lleva a no tomar conciencia de su valor y del esfuerzo que cuesta conseguirlos.

Por otro lado, aprender que no siempre se consigue todo lo que se quiere es un aspecto fundamental para el crecimiento y desarrollo de los niños, ayudándoles a ser personas más adaptativas y felices.

Así pues, estamos ante una buena oportunidad para hablar con nuestros hijos, repasar con ellos sus cartas a los Reyes, haciéndoles ver que no pueden recibir todo lo que han pedido y que además no lo necesitan para divertirse. Una negativa serena y firme que les enseñará a aceptar la frustración. Si lloran o se irritan, les consolaremos mostrándoles cariño y permitiendo que se desahoguen y una vez calmados volver a hablar con ellos pero sin ceder a sus pretensiones o exigencias.

Las siguientes sugerencias prácticas pueden ser de utilidad para disfrutar plenamente de estas fiestas y salir airosos:

  1. Calcular el presupuesto con en el que contamos para los gastos navideños.
  2. Hacer una lista con los distintos gastos que tendremos que afrontar: comidas, regalos, compromisos…
  3. Ordenarlos por prioridades.
  4. Asignar una cantidad de dinero a cada punto. Si nos sobra presupuesto, podemos aumentar lo destinado a alguna cosa. Si se nos queda corto, recortar o eliminar empezando por el final.
  5. Organizar las cenas con amigos o compañeros en casa. Resulta más económico que hacerlo en un restaurante y puede ser mucho más divertido.
  6. Pensar antes de comprar. Podemos hacer regalos más inteligentes y útiles o decantarnos por regalos más sentimentales que los seres queridos pueden apreciar más que los materiales.
  7. Ser realistas con lo que regalamos: por ejemplo, un bebé no necesita que nos gastemos mucho dinero, con un detalle será suficiente.
  8. Ajustar el presupuesto con los niños: no hace falta celebrar Papá Noel, Reyes Magos…sino concentrarnos en uno de ellos.
  9. Recurrir al “amigo invisible” o a los regalos en grupo, por ejemplo, los hermanos podrían juntarse para los regalos a los padres o entre ellos.
  10. Aprovechar los vales de descuento que ofrecen algunos comercios y los puntos que se acumulan con las compras en algunas tiendas.
  11. Comprar algunos productos para las cenas o comidas por adelantado y congelarlos. Cuanto más se acercan las fechas señaladas, más se encarecen.
  12. Respecto a la estructuración de nuestro ocio, sobre todo con los más pequeños de la casa, podemos buscar actividades baratas. No hay por qué gastar mucho dinero para pasar un buen rato. Se puede aprovechar el día del espectador o disfrutar de un paseo viendo las luces de Navidad. Organizar juegos, concursos, rutas en bici o patines invitando a primos y amiguitos. Recurrir a google nos dará muchas ideas.

En conclusión, definir nuestras prioridades personales y familiares y centrarnos en ellas, ajustar las expectativas poco realistas, disminuir nuestro nivel de exigencia y ser flexibles son aspectos clave.

Gastar menos no significa vivir peor. Podemos reconducir nuestro estilo de vida para afrontar con más éxito las dificultades y descubrir nuevas formas de felicidad y satisfacción.

Podemos derrochar amor, comprensión y solidaridad en éstas fechas. La Navidad no es sinónimo de consumismo.

 
Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.