martes, 21 de mayo de 2013

ASERTIVIDAD Y HABILIDADES DE COMUNICACIÓN


            Entendemos la asertividad como la capacidad para manifestar lo que se piensa, se siente o se quiere sin ofender a los demás, buscando el respeto de los propios derechos y el de los otros.

            La persona asertiva es capaz de manifestar afectos tanto positivos como negativos de manera tranquila, manteniendo las relaciones personales en buenos términos. Sabe pedir ayuda, prestarla y también negarse cuando lo considera oportuno, negociar y ser flexible para poder conseguir lo que quiere, hacer y recibir cumplidos, hacer y recibir críticas de manera adecuada.

            Como contraposición a las conductas asertivas encontramos las conductas pasivas y las agresivas. Las personas con una actitud pasiva tienden a dar más validez a los deseos y necesidades de los demás que a los propios, no saben defender sus derechos, ni son capaces de manifestar lo que no les gusta o molesta por temor a ofender al otro. Las agresivas ponen sus deseos por encima de los derechos de los otros, no respetan a los demás, no son flexibles y tratan imponer su voluntad.

            En el primer caso, pueden ser apreciados por los que le rodean pero no son capaces de defender sus derechos y conseguir sus metas, pueden sentirse tristes, apáticos y minusvalorados.

En el segundo, probablemente consigan sus objetivos pero es altamente probable que no establezcan relaciones positivas y cercanas, a menos que los demás se dobleguen a sus deseos.

Todos nosotros somos asertivos en algunos aspectos de nuestra vida, y tenemos dificultades en serlo en otros. La asertividad no es una característica personal innata sino que es aprendida, producto de nuestra historia de vida. Podemos aprender a ser más asertivos en aquellas áreas en que tengamos dificultades.

Para mejorar nuestra asertividad podemos proponernos los siguientes pasos.

1.      Identificar cuáles son las situaciones en que nos cuesta más ser asertivos.

2.      Con qué personas nos resulta más difícil.

3.      Cuáles son los pensamientos que acuden a nuestra mente cuando queremos manifestar nuestras opiniones, preferencias, quejas o alabanzas. Muchos de estos pensamientos tienen que ver con una valoración negativa de nosotros mismos (“no voy a ser capaz”), con las posibles reacciones de los demás (“pensarán que soy…”, “se enfadarán conmigo”) o prevén consecuencias negativas exageradas.

4.      Darnos cuenta en que medida esos pensamientos impiden que cumplamos con lo que queremos.

5.      Valorar en que medida los pensamientos responden verdaderamente a la realidad.

6.      Reconocer que todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones y sentimientos, de manera adecuada manteniendo el respeto hacia los otros.

7.      Proponernos “tareas” en que las que practique ser asertivo, en lugar de dejar pasar oportunidades. Identificando en primer lugar aquellas que sean más fáciles para ir avanzando poco a poco.

En realidad, es más fácil de lo que parece, a medida que vayamos practicando nos resultará mucho más sencillo. Además nos daremos cuenta que la mayoría de nuestros temores son infundados, lo que hará que nos sintamos más seguros y satisfechos.

 

Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez

martes, 14 de mayo de 2013

PREPARÁNDONOS PARA RECIBIR UN HERMANITO



Los celos constituyen una emoción natural, propia del desarrollo normal del niño. Resultan de la necesidad de exclusividad y de atención por parte de los padres. No se pueden evitar, pero sí se pueden atenuar y aprender a manejar, para que no se cronifiquen y generen problemas más importantes.

 Los celos infantiles pueden manifestarse de las siguientes formas:
1.     Presencia de comportamientos más infantiles: recuperar el chupete o el biberón, volver a hablar como un bebé, exigir que le den la comida o le lleven en la silla.
2.     Aumento de rabietas y comportamientos agresivos: mordiscos, empujones, peleas…
3.     Llamadas de atención: desobedeciendo, molestando o fastidiando al hermano.
4.     Pérdida de apetito, dificultades para dormir, pudiendo aumentar las pesadillas y el miedo.
5.     Mayor sensibilidad, llanto fácil, pérdida de interés por el ocio, disminución del rendimiento escolar...
El nacimiento de un hermano supone un cambio importante en la vida del niño y como padres, podemos facilitar la adaptación a esta  nueva situación siguiendo unas pautas:
·       Dar información previamente, anticipar de forma realista las consecuencias que puede traer dicho cambio, transmitiendo seguridad y protección.
·       Cambiar en lo mínimo sus hábitos y procurar dedicarle la misma atención de siempre, jugando, mostrándole cariño y acompañándole en sus rutinas.
·       Hacerle partícipe del nacimiento, colaborando en la preparación de la habitación, en la elección del nombre, en el cambio de pañales, en el baño o paseo del bebé.
·       Fomentar la relación y comunicación entre los hermanos ya desde el final del embarazo, que pueda hablarle, tocar la tripita de mamá, cantarle y contarle sus cosas.
·       Ignorar en lo posible sus reacciones negativas y reforzar todo acercamiento y comportamiento positivo.
·       Transmitirle el privilegio de ser hermano/a mayor, dejarle unos minutos más antes de irse a la cama, acompañar a los mayores a realizar gestiones, comer con ellos…
·       Respetar los intereses del mayor, no compararles y valorar positivamente las diferencias entre ellos.
·       Fomentar el juego conjunto, actividades de equipo y en familia.
·       Ayudar a buscar soluciones alternativas a la agresión o el enfrentamiento.
·       Moderar las exigencias hacia el mayor.
·       Evitar pedirle que sea siempre condescendiente y comprensivo con su hermano menor.
·       Escuchar y aceptar sus sentimientos negativos.

Podemos concluir señalando que los celos son normales si suceden de forma temporal y no alteran significativamente el funcionamiento familiar: los celos irán desapareciendo si el niño comprende que ostenta un lugar único en el afecto de sus padres. Si con el tiempo no se produce una mejora en estas conductas, se recomienda la consulta con un especialista en psicología infantil.
 
Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez

martes, 7 de mayo de 2013

APEGO SEGURO, NIÑO SEGURO.


 
El apego es el lazo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores), que le proporciona la seguridad física y emocional indispensable para su bienestar y desarrollo.
Se manifiesta a través de una serie de conductas con la figura de apego:
 
·      Esforzarse por mantener la proximidad.
·      Resistirse a separarse mostrando ansiedad.
·      Mantener un contacto sensorial privilegiado.
·      Necesitarla como base de seguridad desde la que explorar el mundo físico y social.
·      Refugiarse en ella  en momentos de tristeza, temor o malestar, buscando  apoyo y bienestar emocional.

El tipo de  atención que se preste al niño desde el nivel prenatal influye de manera decisiva en el desarrollo de su personalidad. Cada etapa del desarrollo humano tiene funciones propias que provocan un equilibrio o desequilibrio en la persona según sea o no resuelta satisfactoriamente. Para que el niño se enfrente de manera saludable y positiva a cada una de esas etapas, es fundamental que adquiera confianza acerca de sus posibilidades de acción en el entorno.

Los bebés que han desarrollado un estilo de apego seguro, exploran el entorno de forma activa mientras están con la figura de apego. Pueden intranquilizarse visiblemente cuando los separan de ella, mostrándose afectivos y alegres cuando regresa y, si están muy inquietos, tratando de entrar en contacto físico con ella.

Estos niños se apoyan en sus padres (o cuidadores) como una base de seguridad cuando están angustiados, confían en que ellos son sensibles a sus necesidades, y están seguros de que estarán disponibles, les responderán y les ayudarán en la adversidad.

Ya en la edad adulta, las personas que han establecido un vínculo de apego seguro tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias. Suelen ser positivas, integradas y con una visión coherente de sí mismas. De igual forma, recuerdan con más facilidad sus experiencias positivas, lo que las lleva a tener expectativas de éxito acerca de sus relaciones con los demás.

Por tanto, resulta de gran relevancia fomentar un apego seguro en los niños, prestando atención a sus necesidades con tranquilidad, estableciendo normas, mostrando afecto y favoreciendo canales de comunicación adecuados.

 
            Magdalena Saenz Valls
            Alicia Martín Pérez
 
Visita nuestra página web: http://www.psicologosaranjuez.com/

lunes, 11 de marzo de 2013

LOS NIÑOS Y SU CURIOSIDAD: CÓMO RESPONDER A SUS PREGUNTAS


Cuando tratamos de comprender la esencia del pensamiento infantil, la primera premisa de la que deberíamos partir es que, si bien existen algunas similitudes con la manera de interpretar la realidad propia de los adultos, también existen notables diferencias que en ocasiones complican la tarea de comunicarnos con nuestros hijos y satisfacer su curiosidad.
Los niños son curiosos porque para ellos todas las personas y todas las cosas son nuevas y se interesan por conocer mejor el mundo que los rodea. Un niño aprende a preguntar alrededor de los dos años, en principio como una forma de conversar, y a partir de ahí da rienda suelta a su curiosidad.
Su forma de pensar va siendo cada vez más compleja: el pequeño supone que todo tiene un sentido, un porqué, y quiere conocerlo. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que consultando a sus padres?.
Los primeros años de la vida del pequeño transcurren en un círculo muy limitado. Por eso, es lógico que las preguntas iniciales de tu hijo sean muy precisas y estén centradas en sí mismo y en vosotros, en vuestra vida cotidiana.
Más adelante, y a medida que el contacto del niño con el mundo se va haciendo más amplio y a través de más personas de su entorno, aparecerán otras dudas, como por ejemplo sobre el nacimiento, sobre el cuerpo y la sexualidad. Todas estas preguntas surgen de su observación directa y de su propio estilo de procesamiento de la información. Es perfectamente normal que estas dudas se planteen y es difícil que los padres puedan ejercer control en la aparición de las mismas, ya que surgen espontáneamente y responden a su proceso de desarrollo.
En cualquier caso, también es normal que a veces las preguntas de los niños nos  resulten incómodas, sorpresivas e incluso terriblemente inoportunas. No importa si estamos en una reunión con nuestros amigos, o si hablamos por teléfono en ese momento. La pregunta del niño puede llegar sin previo aviso, sin tener en cuenta lo preparados que nos encontremos en ese instante para responderla.
Pero no es tan grave. Lo primero que debemos hacer es tomarlo con naturalidad, así como seguir algunas recomendaciones:
  • Es importante que valoremos positivamente la pregunta del niño. Es la mejor señal de que su desarrollo está siendo el adecuado, en cuanto a madurez y curiosidad.
  • En principio se recomienda tratar de responder a todas las preguntas que tu niño haga.
  • Ninguna respuesta debe fundamentarse en un porque si o en un porque no.
  • No le des una información falsa. Es una etapa tan propicia para la asimilación y el aprendizaje que es una pena no aprovechar un tiempo de tanta riqueza personal, de tanta capacidad de crecimiento y asimilación de conocimientos nuevos.
  • Míralo a los ojos cuando te hable y te pregunte. Nunca le evadas la mirada, eso le hará pensar que ha cometido algún error que merece tu indiferencia.
  • Usa palabras fáciles y ejemplos sencillos de entender para él, de acuerdo a su edad. Puedes recurrir a casos de tu propia experiencia, seleccionando los más apropiados. Si no conoces el tema, o no te sientes seguro sobre la respuesta, usa herramientas de consulta.
  • Trata de no escandalizarte. No cuestiones el lugar, ni el tema, ni el momento de la pregunta.
  • Nada de "no tengo tiempo para eso" o "pregúntale a tu madre".
  • Una vez respondida la pregunta, pregúntale tú si entendió, o si tiene alguna otra pregunta.
  • Afírmale que cualquier otra duda que tenga, siempre confíe en ti para resolverla.

Podemos concluir diciendo que es muy importante responder a las preguntas nuestros hijos ya que de ese modo fomentamos su curiosidad y les motivamos para aprender sobre el mundo. De la misma forma, dando respuesta a sus dudas, enseñamos a nuestro hijo que estamos ahí para informarle, aconsejarle y ofrecerle todo nuestro apoyo. No debemos olvidar que la comunicación entre padres e hijos es fundamental, y que si el niño ve que sus preguntas no obtienen respuestas, seguramente vaya a informarse por otras fuentes como amigos, revistas e Internet, pudiendo a veces dar con la respuesta equivocada o quedándose aún más confuso. Es muy difícil que como padres controlemos la información que nuestro hijo recibe en su día a día, pero si fomentamos una buena comunicación, podremos enseñarle a procesar y asimilar esa información de una manera acorde a los valores que queremos transmitirles con nuestra educación.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos

miércoles, 27 de febrero de 2013

LA INFIDELIDAD


La infidelidad es un fenómeno que se da con bastante frecuencia y que produce un intenso sufrimiento. En muchas ocasiones, suele deberse a que algo en la relación de pareja no está funcionando adecuadamente, ya sea esto evidente o no. Puede tratarse de un problema de falta de comunicación, un distanciamiento afectivo, decaimiento emocional y sexual, presencia de conflictos, falta de atención a la relación, entre otras cosas.

También es frecuente que, en la base de una infidelidad, encontremos falsas expectativas respecto a la relación. Hay quien prefiere el romance constante o la chispa del enamoramiento al mantenimiento de una relación a largo plazo. Y es que no se pueden tener ambas cosas. El enamoramiento inicial es algo transitorio y de mayor intensidad, mientras que una relación estable esos sentimientos se van transformando en afectos de menor intensidad pero más profundos según va evolucionando la pareja.

¿Es posible superar una infidelidad?

La realidad es que, en la mayoría de los casos, cuando existe un compromiso por parte de ambos para la superación de este episodio doloroso, se consigue. Si la pareja desea permanecer unida, es posible resolverlo. Eso sí, va a ser necesario tiempo, paciencia, tolerancia y esfuerzo.

Es incluso posible que la superación de una infidelidad aislada suponga para la pareja la posibilidad de reforzar el compromiso que les une y les ayude a producir los cambios necesarios que hagan la relación más fuerte y satisfactoria, potenciando la afectividad y el reencuentro. Tal vez estos cambios hubieran sido el antídoto contra la infidelidad de haberse producido antes. En cualquier caso, lo importante es poder aprender y mejorar.

Son más difíciles de resolver aquellos casos en que han aparecido sentimientos románticos hacia una tercera persona. En estos casos, lo primero es tomar una decisión sobre la continuación de la relación de pareja. Es importante tomarse un tiempo para poder reflexionar sobre lo que verdaderamente se quiere, tratando de analizar la situación tanto racional como emocionalmente,  ya que se trata de una decisión importante que afecta a varias personas.

Ahora bien, aunque se hace necesario concederse un cierto tiempo para pensar, los  sentimientos no se van a aclarar de la noche a la mañana por lo que es importante no quedarse instalados en la duda y aplazar sistemáticamente la decisión de permanecer juntos o no. Hay que tomar una opción.

En el caso de las parejas que deciden permanecer unidas, la capacidad de la persona engañada para asimilar la situación es muy importante. Los celos, la posesividad y el ansia por querer saber todos los detalles pueden ser respuestas normales. Sin embargo, es fundamental que no duren demasiado o conducirán a reproches y persecuciones constantes que agravarán aún más el problema y generarán más dolor.

Recuperar la confianza es un proceso largo y difícil. Resulta más eficaz constatar que la relación de pareja se está fortaleciendo poco a poco y centrarse en los momentos gratificantes que buscar constantemente la “seguridad” de que todo está resuelto para siempre. De lo contrario, convertiremos la infidelidad en el eje central de la relación, lo que dificulta el proceso de superación.

De la misma manera, la búsqueda de culpables es habitual en ambos miembros de la pareja. Sin embargo las acusaciones y las culpas no facilitan la comunicación ni conducen a solventar los problemas.

Con respecto a los sentimientos que la persona infiel haya podido desarrollar hacia un tercero, no podemos olvidar que hay emociones que podemos controlar a través de la razón. Hay ocasiones en que sin dejar de querer a la pareja y sin querer romper la relación con ella, surgen sentimientos hacia otra persona que resultan difíciles de abandonar. Podemos, buscar las formas que ayuden a mantenernos fieles a un compromiso y a unos sentimientos que no queremos perder.

El resultado va a depender en gran medida del vínculo previo que existiese en la relación estable. El nuevo enamoramiento no tiene por qué implicar que los sentimientos por la pareja hayan desaparecido. A menudo, lo que ha disminuido es la pasión. En estos casos, no es productivo comparar los sentimientos hacia uno y otro sino prestar atención a sentimientos y sensaciones positivas que habían dejado de atenderse y que, por tanto, se habían marchitado.

Es importante recordar, para concluir, que la afectividad que nos une a otro no es gratuita ni surge de forma espontánea. Podríamos prevenir muchos desengaños si dedicáramos cierto tiempo y energía a cuidar nuestra relación de pareja.

Es muy positivo fomentar actividades placenteras en pareja, potenciar proyectos tanto personales como compartidos, potenciar las muestras de cariño y facilitar el acercamiento físico. 

De la misma manera, debemos desarrollar unas adecuadas expectativas respecto a las relaciones de pareja, aceptando los aspectos positivos y negativos de las mismas.

Esto nos conduce a un amor mucho más sólido y trascendente y menos impulsivo.

En definitiva, aunque resulta muy doloroso, una infidelidad es algo temporal y  no tiene por qué terminar  con la ruptura de la pareja.




Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.

lunes, 21 de enero de 2013

LAS FANTASÍAS SEXUALES


Las fantasías sexuales son imágenes o pensamientos que representan deseos conscientes o inconscientes, pueden reflejar un deseo sexual o provocarlo.

Se trata de un tema todavía poco estudiado y que lleva asociadas algunas connotaciones negativas. Culturalmente, como todo lo relacionado con el sexo, ha sido una cuestión tabú, algo incluso vergonzoso. Muchas personas las tilda de “malos pensamientos”, asociándolas con el pecado.

Sin embargo, la mayoría de las personas tienen fantasías sexuales, por lo que no pueden ser consideradas como algo perjudicial o negativo, simplemente forman parte de los contenidos de nuestra imaginación. Además forman parte del desarrollo psicosexual del ser humano, surgiendo entre los 11 y los 13 años. Se trata de una manifestación normal y sana de la sexualidad.

En sexología clínica resultan un instrumento muy valioso para el tratamiento de algunos problemas sexuales y/o de pareja, ya que alimentan el deseo, intensifican el disfrute pleno de la relación y facilitan una sexualidad más amplia y creativa, dan lugar a la anticipación del placer, eliminan barreras al dar permiso para vivir situaciones que, tal vez, no serían posibles en la vida real.

Existe la creencia de que son más propias de los hombres. Podría ser debido a que tal vez los hombres tengan menos inhibiciones y hablen de ello con más facilidad. Sin embargo, se dan en la misma medida en ambos sexos, no existiendo grandes diferencias en cuanto al contenido de las mismas, siendo la temática amplia y variada.

Por otro lado, el contenido de las fantasías no tiene por qué ser sólo sexual sino que se relaciona con otros muchos aspectos de la seducción, del  placer y del deseo pudiendo así versar sobre encuentros del pasado, escenarios románticos…

La educación psicosexual recibida, así como las experiencias previas y la valoración acerca del sexo que cada uno tenga tiene una gran influencia en el tipo de fantasías que puede tener cada persona. Si son valoradas como algo natural formarán parte de una vida sexual sana, mientras que si son calificadas como negativas pueden llegar a generar problemas que van desde la culpa o la vergüenza, al desarrollo de verdaderos trastornos sexuales.

Es muy importante desculpabilizar y eliminar falsas creencias:
  • Hay que distinguir la imaginación de la realidad. Tener fantasías sexuales no significa querer llevarlas a la práctica: con el pensamiento podemos experimentar cosas que no haríamos nunca en la realidad.
  •  El pensamiento y la conducta son cosas distintas. No es lo mismo pensar que hacer. Lo que puede estar permitido y resultar estimulante a nivel mental puede ser negativo si se exterioriza. 
  • Tener fantasías no significa que el amor y el deseo en la pareja haya desaparecido. Hay que recordar que el principal órgano sexual es el cerebro y las fantasías pueden ser un recurso más. 
  • Tener fantasías sexuales no conduce a la obsesión. 
  • Las fantasías durante el coito no son signo de disfunción o trastorno. Por el contario, son algo muy frecuente en las relaciones sexuales. 
  • Tener fantasías sexuales no implica una hipersexualidad sino una expresión saludable del erotismo.

Una pregunta frecuente es si se deben o no compartir las fantasías sexuales con la pareja. Lo cierto es que no hay una única respuesta y se trata de una decisión de cada uno. En algunos casos puede servir para aumentar la comunicación y la intimidad con la pareja creando juegos compartidos que pueden resultar muy estimulantes. Pero, al igual que con otros aspectos de la vida podemos mantenerlos en nuestra intimidad personal, no es necesario compartirlo todo con la pareja y, a veces, al exteriorizar las fantasías pierden su magia y el poder estimulante.

En conclusión, las fantasías sexuales ayudan al crecimiento personal y al desarrollo sexual contribuyendo así a mejorar distintos aspectos de nuestra vida. Son una fuente de posibilidades y de juego, con lo cual es sano percibirlas en positivo, como un estímulo al erotismo pero considerándolas siempre como un aspecto más.

Ahora bien, las fantasías también se pueden convertir en algo patológico cuando son la única forma de lograr excitación y sustituyen a las relaciones reales, cuando se convierten en algo obsesivo que altera la conducta y el pensamiento de la persona, cuando tratan de imponerse al otro, cuando son la única finalidad del acto sexual o cuando son intrusivas y recurrentes y generan malestar en la persona.

En estos casos, recurrir a la ayuda profesional puede ser adecuado.





Paloma Suárez Valero.
Alicia Martín Pérez.
AMP Psicólogos.

martes, 15 de enero de 2013

BUENOS PROPÓSITOS PARA LA VUELTA AL COLE


Con la llegada de las vacaciones de navidad, han llegado las notas de la primera evaluación y con ellas la primera calificación objetiva del desempeño de nuestros  hijos en el curso presente. 

En ocasiones se trata de una información que ya conocemos o nos esperamos. No se trata del primer contacto que tenemos con la situación de nuestros hijos en colegios e institutos, pues seguramente habremos tenido entrevistas con los tutores, estaremos al tanto de las notas de los exámenes, o la agenda de los niños nos habrá estado aportando mucha información. 

Sin embargo, a veces las notas nos sorprenden y nos preocupan, aparecen algunos suspensos inesperados y nos planteamos a qué se deben: ¿qué está sucediendo?, ¿cómo ha podido bajar tanto?, ¿se encontrará bien?, ¿estaremos haciendo las cosas correctamente en casa?, ¿tendrá algún problema que no me haya contado?.

Una primera reflexión puede ser: ¿por qué unos estudiantes sacan buenas notas y otros no? A lo que podríamos responder que debe diferencias de inteligencia. Sin embargo, nos encontramos con alumnos muy inteligentes que suspenden repetidamente y otros no tan brillantes que obtienen buenas calificaciones. En la actualidad, se cree que los suspensos se deben con mayor frecuencia a:
  • Problemas de falta de tiempo y dedicación a las tareas.
  • Falta de interés por el estudio. 
  • Formas de estudio inadecuadas.

Así pues, trataremos de identificar cuáles son los problemas para promover cambios que logren superarlos.

Para algunos alumnos la vida de estudiante consiste en estar matriculado en un colegio y asistir a unas clases. Pero estudiar es algo más, es aprender una serie de conocimientos ejercitando la inteligencia, la memoria, la voluntad, la capacidad de análisis, de síntesis, de relación, etc. En el diccionario encontramos que estudiar es "ejercitar el entendimiento para alcanzar o comprender una cosa".

Hablamos de fracaso escolar cuando un niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento escolar esperado para su edad y nivel académico, y dado que el único criterio para evaluar el éxito o el fracaso escolar de los niños son las calificaciones, el fracaso se traduce en suspensos, que cuando son frecuentes generan conflictos en la vida familiar y gran preocupación en los padres.

A continuación se presentan algunas sugerencias para padres interesados en ayudar a sus hijos a superar sus dificultades académicas:
  • Debemos tener en cuenta que lo fundamental es crear unos hábitos, y no tanto buscar una productividad académica, al menos al principio. Objetivo que debe plantearse como algo progresivo, por lo que se partirá de unos mínimos que se irán incrementando poco a poco a medida que el niño se haga mayor, pero siempre con el fin crear hábitos y rutinas. 
  • Es conveniente centrarse en establecer unos horarios y unas rutinas fijas, es decir, unas horas de inicio y de finalización estables y, a ser posible, todos los días igual. El niño aprende a organizarse mejor si se le presenta una  secuencia de actividades (por ejemplo, sentarse a hacer las tareas después de merendar) que siguiendo sólo las horas del reloj. 
  • Es importante tomar conciencia que el objetivo no es tanto ayudarle concretamente en las tareas, sino enseñarle a ser autónomo y que se pueda organizar solo. 
  • Se obtendrán mejores resultados si los niños se acostumbran a estudiar siempre en el mismo sitio, donde dispongan de todo el material necesario, de una mesa suficientemente amplia, iluminada y en un ambiente tranquilo y en silencio. 
  • Cuando son pequeños es aconsejable empezar acompañando y colaborando con el niño en la realización de las tareas, para paulatinamente pasar a estar simplemente presentes con una mínima supervisión. Si son pequeños el adulto puede estar realizando otras tareas pero cerca del niño. Para irse alejando hasta dejarle solo, realizando visitas a lo largo del tiempo de tareas. 
  • Reforzar al menor, no sólo cuando consigue buenas notas o cuando hace bien las cosas sino también en los intentos y esfuerzos. 
  • Para facilitar la comunicación entre los padres y la escuela, a la vez que la propia organización y planificación del niño, es conveniente que éste disponga de una agenda en la que anotar las tareas que debe hacer de cada asignatura, la fecha de entrega de los trabajos y ejercicios, y los temas que tienen que estudiar. Para que el uso de la agenda sea efectivo, el niño deberá anotar todas las indicaciones en el momento en que las realiza el profesor. 
  • Los padres deben tratar de mantenerse informados de todo lo relacionado con el centro escolar de sus hijos. No sólo en relación con las notas, sino también en lo referente a sus relaciones con compañeros o profesores. En la medida en la que el niño sienta que sus estudios son un asunto que interesa a sus padres, dará más importancia a los mismos. 
  • Es necesario que los padres enseñen a sus hijos a no desanimarse, deben explicarles que hay que ser tenaz y buscar alternativas para superar las dificultades. Es conveniente evitar transmitir mensajes negativos del tipo “eres un mal estudiante” porque pueden llegar a creerlo y bloquear su desarrollo posterior. 
  • En casos en los que la ayuda que se preste desde casa no resulte efectiva, los padres deberían acudir a un profesional que valores las causas de estas dificultades y que sepa establecer unas pautas que ayuden a mejorar la situación.

Para finalizar, es muy importante que los padres tengan presente que aunque los resultados académicos de sus hijos en la primera evaluación no sean los deseados, esto no quiere decir que la situación sea irreversible y que tengamos que asumir una situación inevitable de fracaso escolar. Siguiendo las pautas que se han planteado, o acudiendo a un especialista si desde casa resulta complejo impulsar estos cambios, podemos  conseguir que nuestros hijos vayan superando sus dificultades y obteniendo resultados cada vez más satisfactorios.

Magdalena Sáenz Valls
Alicia Martín Pérez
AMP Psicólogos Aranjuez